lunes, 29 de julio de 2013
Gracias a Dios no he perdido la paz
Missão,
quarta-feira 24 de Abril de 2013
Aniversário
da minha ordenação de Diácono (1999)
Estoy agobiado, estresado o como quieran
llamarlo. Me he pasado todo el día con un rollo mental totalmente estresante.
Debo confesar que hoy he sido plenamente consciente de que “me eché en la boca
más de lo que podía revolver” (¡mira que ya me lo advirtió mi madre!). Todo me
agobia, aunque gracias a Dios no he perdido la paz. Sin embargo, he notado que
estos días estoy comiendo, y engordando, que da gusto. Tengo muy ansiedad: como
con ansiedad, trabajo con ansiedad, pienso con ansiedad…
La
verdad es que todos los proyectos y trabajos están yendo a buen ritmo, pero no
consigo disfrutarlos y no me centran. Todo parece prioritario, pero tengo que
optar y ponerlo todo en su lugar.
El
mejor momento fue la misa y la cena con las Hermanas con quienes me desahogué
un poco.
Inkomu!
Estoy para servir pero a este ritmo voy a quedarme inservible. ¿Qué significa
servir la mesa de los pobres? ¿Dónde está mi corazón y dónde mis
preocupaciones? ¿cuáles son mis opciones y cómo se concretan en el día a día?
Creo que es el primer año que nadie me felicita por el diaconado, aunque seguro
que algunos lo recordaron.
miércoles, 24 de julio de 2013
Ninguno será alguien importante en la historia
Missão,
domingo 21 de Abril de 2013
Los pobres de la Tierra nos evangelizan. Es
el sello que hoy me ha puesto la comunidad de Ligongolo. Mientras los
bautizaba, pensaba: “Aquí ninguno de ellos aprenderá a leer y escribir bien,
ninguno será alguien importante en la historia, ninguno tendrá un coche,
ninguno destacará en el gobierno, pero sin embargo, Dios los ha escogido para
confundir a los sabios y entendidos, a los poderosos de este mundo” (entre
ellos, me incluyo). Niños que se bautizaron con ropas sucias, porque son
pobres; mujeres que no se bañaron y que olían mal, porque son pobres; mujeres y
hombres descalzos, porque son pobres;… Había un ciego, una niña muda, tres
mujeres con retraso mental que por abuso de desconocidos están cargaditas de
hijos, y mujeres trabajadoras de manos curtidas. Todos y todas estaban felices.
Dios los ha escogido.
Inkomu!
Realmente tus ojos no son mis ojos, tu manera de ver rompe todas mis
posibilidades de entendimiento, porque Tú ves personas y yo veo pobres, Tú ves
futuro y yo veo muerte, Tú ves vida y yo dolor y sufrimiento. Enséñame a ver y,
también enséñame a creer sin haber visto.
lunes, 22 de julio de 2013
No se puede hacer casi nada por evitarlo
Missão,
sábado 09 de Março de 2013
Hay días en que me siento derrumbado
emocionalmente, y hoy fue un día de esos. No sé hasta cuándo una persona puede
aguantar ver tanto sufrimiento y ver que no se puede hacer casi nada por
evitarlo.
Antes
de salir de la Misión vino Júlio para hablar conmigo sobre su hermano Salomone.
Se está muriendo y un “médico” le pide 6000 mt para curarlo. Por la tarde, lo
llevé al hospital de Sábiè y el enfermero le dijo que lo estaban matando con
las medicinas que le vendió ese tal “médico”, porque le estaba dando pastillas
para la tensión cuando él no tiene problemas de tensión sino de Sida,
Tuberculosis y una tremenda cirrosis hepática. Se está muriendo y no podemos
hacer ya nada por él. Es la vida de un joven cuya pobreza no le dejó ver que el
alcohol no era una salida, sino un pasaporte para la muerte.
En
Matukwanyana nos encontramos con una niña de unos 8 años ardiendo en malaria
con casi 40ºC; por otro lado, una joven de piel y huesos que parecía arrastrar su
alma; y para rematar la jugada nos presentaron a una señora con un bebé y su
padre. La mamá del bebé falleció en el parto. Su bebé no pesa 3 kg y ya tiene
casi 2 meses. La sra. Regina vino a misa y, aunque parece estar mejor, sigue
arrastrando su alma. Además, en los avisos nos reclaman la apertura del Puesto
de Salud y no podemos hacerlo.
En
Mavungwana las Hermanas preguntaron por la niña de Khensani, y nos dijeron que
está peor. Alcino tiene un tumor en un ojo que casi no le deja ver, y parece
que ya se opera el día 12. Al regresar pasé por la casa de los dos jóvenes que
fueron asesinados mientras cazaban rinocerontes. Había estado en esa casa en
diciembre, porque fue allí donde celebramos el bautizo de los hijos del Sr.
Mabote.
No
sé si veo sólo la parte negativa de la cuestión o es que no existe parte
positiva. Estos encuentros confieso que me comen la moral.
Inkomu!
Mi fe me dice que Tú estás en cada cruz y en cada crucificado. Ninguno de ellos
lleva culpa, son todos inocentes y todos llevan las marcas del crucificado. Ya
me dirás qué hago aquí, qué debo hacer, qué debo ser.
sábado, 13 de julio de 2013
Pensé en huir...!!!
Missão,
sexta-feira 01 de Março de 2013
Continua la visita a la comunidad de
Ligongolo. Hice todo el esfuerzo personal de motivación para levantarme del
shock de ayer, sin embargo hoy fue peor. Creo que es casi indescriptible lo que
supone en un día visitar unas cuarenta familias que viven en condiciones
infrahumanas, o por lo menos de pobreza absoluta. Puedo decir que llevo 5 años
viendo pobreza, pero nadie se acostumbra a ver el sufrimiento por más que lo
veas. Pero si además ves el sufrimiento de 40 familias en un solo día todavía
es peor.
Pensé
en huir. Me dije: “Si pudiese ahora coger un avión me pondría en mi casa sin
más preámbulos” “Si fuese religioso le diría a mi superior que me destinase a
otro lugar” No es sólo la pobreza, es sobre todo la impotencia de ver una
realidad que muy difícilmente puede cambiar: a nivel humano, espiritual,
religioso, social o económico.
Personas
que viven alejadas de todo: de la cultura y el pensamiento, de la educación,
del agua, de la salud, de la sociedad… A nivel religioso me sentí fuera de
lugar, me parecía pertenecer a “otra iglesia” y posiblemente no esté muy
equivocado. La iglesia católica intenta homogeneizarlo todo y la realidad es
otra. Nuestra pluralidad no deja de ser una diversidad de creencias, de culturas
con un barniz de gestos, acciones rituales, palabras y vestimentas que nos
uniforman bajo un solo nombre: católicos.
Inkomu!
Aunque no sepa porqué. Tú sabrás porqué me has abierto los ojos a tanto dolor
junto. Me daban ganas de llorar a gritos, de tumbarme en el suelo y dejar de
caminar, pero tu Espíritu me impulsaba a seguir adelante, mientras los
observaba a ellos felices y sonrientes, agradecidos por la visita y abiertos a
lo nuevo.
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