miércoles, 22 de julio de 2009
Ser misionero en África
Publicado por Misiones Canarias martes 2 de junio de 2009
Me encanta ser misionero en Mozambique. Aquí los niños y las niñas desde que terminan las clases, juegan con total libertad. Las familias tienen tiempo para conversar a la luz de la hoguera, o sentados debajo de un árbol. Nadie tiene prisas cuando se encuentra con un amigo, y hasta es normal que cambie los planes para estar con él. Ayer mismo me pasó eso. Se me pinchó una rueda y un vecino que pasaba me ayudó a cambiarla y luego me acompañó al pueblo para arreglar los pinchazos y llenar las que estaban vacías. Regresamos al atardecer. Ser misionero es saber hacer amigos y valorar la amistad como un regalo precioso.
Cuando visito las comunidades siempre me encuentro mucho dolor: personas que se están muriendo y con enfermedades horribles, sin embargo siempre te ponen la mejor silla que tienen en casa para que te sientes a la sombra. Si no tienen una buena silla, se la piden al vecino, y ellos se sientan en esteras en el suelo. Cuando acaba la conversación siempre te dan alguna cosa: dos piñas, unos tomates, cebolla, un pepino… Y yo sé que no tienen mucho más, quizá eso era todo lo que tenían. Ser misionero es saber acoger y compartir con el otro, todo lo que eres y todo lo que tienes.
Anoche oí risas y fiestas en la parte trasera de mi casa. Era mi amigo Samuel. Hoy me encontré con Sanson y continuaba riéndose y jugando. Ser misionero es alegrarte con quien está alegre, y sufrir con el que sufre. El pueblo africano sufre, pero es alegre y sonríe a la vida. Ser misionero es dejarte contagiar por la alegría natural de África y transmitirla a todos. Incluso hay que aprender a reírse de uno mismo, como cuando le dije a un niño en changana: “I xinkwa”, y él me respondió “Não, é pão” (No, es pan). Yo pensaba que él sólo hablaba changana y él me respondió en portugués, seguramente porque no me entendió. O el domingo, durante las visitas en el Hospital de Sábiè al despedirme de un enfermo le dije: “A a swidjanpswi”, y tenía que decir “A swidjanpswi”. La primera expresión significa “No está mejorando”, y la segunda “Que se mejore”. Quienes iban conmigo casi se parten de la risa, porque la diferencia está sólo en una “a”, después me dediqué a decirles a todos “Que no se mejorasen” y continuamos la fiesta.
Ayer comí carne de elefante porque entre Baptine y Matukwanyane tuvieron que matar uno que estaba destrozándolo todo y no lo podían controlar. Son una amenaza para la población porque destruyen las casas, los cultivos, etc… Jesús andaba por allí y fue con toda la población a coger un poco de carne. Estaba buenísima, como la carne de ternera. Ser misionero es adaptarte a una nueva cultura, derribar los muros de prejuicios y saber integrarte con inmenso respeto en tu nueva realidad.
Cada semana recibo llamadas de Gran Canaria y de Lanzarote, y también cartas y correos electrónicos que me hacen muy feliz. Y es que para mí ser misionero es sentirme enviado por todos ustedes, y saber que mi trabajo está unido al que se hace en Sardina de Gáldar, en San Isidro y en el Barrial, o en la Atalaya de Guía, o en el CP Lucía Jiménez de Ojos de Garza, o en Haría, o en CP de Tenteniguada y Valsequillo, o en el CP Carlos Socas Muñoz del Ingenio, o en Fuerteventura….
Me encanta ser misionero en Mozambique. Aquí los niños y las niñas desde que terminan las clases, juegan con total libertad. Las familias tienen tiempo para conversar a la luz de la hoguera, o sentados debajo de un árbol. Nadie tiene prisas cuando se encuentra con un amigo, y hasta es normal que cambie los planes para estar con él. Ayer mismo me pasó eso. Se me pinchó una rueda y un vecino que pasaba me ayudó a cambiarla y luego me acompañó al pueblo para arreglar los pinchazos y llenar las que estaban vacías. Regresamos al atardecer. Ser misionero es saber hacer amigos y valorar la amistad como un regalo precioso.
Cuando visito las comunidades siempre me encuentro mucho dolor: personas que se están muriendo y con enfermedades horribles, sin embargo siempre te ponen la mejor silla que tienen en casa para que te sientes a la sombra. Si no tienen una buena silla, se la piden al vecino, y ellos se sientan en esteras en el suelo. Cuando acaba la conversación siempre te dan alguna cosa: dos piñas, unos tomates, cebolla, un pepino… Y yo sé que no tienen mucho más, quizá eso era todo lo que tenían. Ser misionero es saber acoger y compartir con el otro, todo lo que eres y todo lo que tienes.
Anoche oí risas y fiestas en la parte trasera de mi casa. Era mi amigo Samuel. Hoy me encontré con Sanson y continuaba riéndose y jugando. Ser misionero es alegrarte con quien está alegre, y sufrir con el que sufre. El pueblo africano sufre, pero es alegre y sonríe a la vida. Ser misionero es dejarte contagiar por la alegría natural de África y transmitirla a todos. Incluso hay que aprender a reírse de uno mismo, como cuando le dije a un niño en changana: “I xinkwa”, y él me respondió “Não, é pão” (No, es pan). Yo pensaba que él sólo hablaba changana y él me respondió en portugués, seguramente porque no me entendió. O el domingo, durante las visitas en el Hospital de Sábiè al despedirme de un enfermo le dije: “A a swidjanpswi”, y tenía que decir “A swidjanpswi”. La primera expresión significa “No está mejorando”, y la segunda “Que se mejore”. Quienes iban conmigo casi se parten de la risa, porque la diferencia está sólo en una “a”, después me dediqué a decirles a todos “Que no se mejorasen” y continuamos la fiesta.
Ayer comí carne de elefante porque entre Baptine y Matukwanyane tuvieron que matar uno que estaba destrozándolo todo y no lo podían controlar. Son una amenaza para la población porque destruyen las casas, los cultivos, etc… Jesús andaba por allí y fue con toda la población a coger un poco de carne. Estaba buenísima, como la carne de ternera. Ser misionero es adaptarte a una nueva cultura, derribar los muros de prejuicios y saber integrarte con inmenso respeto en tu nueva realidad.
Cada semana recibo llamadas de Gran Canaria y de Lanzarote, y también cartas y correos electrónicos que me hacen muy feliz. Y es que para mí ser misionero es sentirme enviado por todos ustedes, y saber que mi trabajo está unido al que se hace en Sardina de Gáldar, en San Isidro y en el Barrial, o en la Atalaya de Guía, o en el CP Lucía Jiménez de Ojos de Garza, o en Haría, o en CP de Tenteniguada y Valsequillo, o en el CP Carlos Socas Muñoz del Ingenio, o en Fuerteventura….
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Increible las experiencias, adelante con la construccion del Reino, de seguro Dios sonrie mucho y envia demasiadas bendiciones cuando ve su trabajo, animo Padre.........Cuentenos cada detalle, que quiza es el puntapie inicial para muchos, antes de tomar la gran decisión.LA MISION ES VIDA, VIVELA..............Buena Caza.
Publicar un comentario