domingo, 2 de febrero de 2014

Dos kilos de azúcar y dos litros de aceite




Missão, segunda-feira 23 de Dezembro de 2013


                Alberto Mimbir está totalmente doblado por su edad. No puede ponerse derecho, erguido para poder hacer frente a las vacas que entraron en su cercado. Intentaba espantarlas, pero no podía, mientras ellas se comían su millo tierno. En ese momento llegamos Albino y yo con piedras, y sin un atisbo de franciscanismo, cargamos contra ellas. Al viejo Alberto sólo le faltaba llorar: “A mavele ya mina! A tihomu ti djile hinkwayo! Ni ta yentxa yini swoswi? Hi ta dja yini?” (¡Mi millo! ¡Las vacas se lo comieron todo! ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué comeremos?).

                Después de los saludos le entregamos dos kilos de azúcar y dos litros de aceite. Hoy visitamos a casi 20 familias pobres de Mahungo-Ligongolo entregando este regalo de Navidad. Alberto lo agradeció en el alma y me enseñó sus zapatos totalmente gastados del uso. Todo el talón estaba al aire libre. Me quité un zapato e intenté ponérselo, pero sus pies están hinchados y no le entraban. Acabé dándole mis calcetines. Esta fue la primera visita.

                Describirlas todas sería casi imposible: la abuelita Sara arrastrándose entre las piedras para arrancar las malas hierbas; una joven con síndrome de Down con sus tres hijitos bañados en suciedad y podredumbre; Paulina Djeje borracha como una cuba bailando y dando saltos de alegría cuando le entregamos el azúcar y el aceite; Williamo Hlahla ciego pero lleno de luz, sin camisa por el calor, solito y sentado en su pallotita… y así una familia tras otra.



                Ni khensile! Cada vez que visito a las familias de Mahungo vengo depresivo. No puedo evitar que me deprima tanta pobreza. Tengo dolor de cabeza y me voy a acostar rápido, porque ni la ducha me quitó la insolación. Sin embargo, agradezco de corazón la solidaridad de tantas personas que este año han aliviado un poco el sufrimiento de los más pobres.

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