lunes, 29 de septiembre de 2014
La Alegría con el reencuentro
Sábiè,
quarta-feira 27 de Agosto de 2014
Sta. Mónica
Nada más aterrizar en
Mozambique, después de unos vuelos fantásticos donde pude comer y dormir sin
turbulencias, llegó el primer shock: tuve que sobornar a un policía que
pretendía quedarse con todos los embutidos (jamón, chorizo, etc…) Para mi mala
pata sólo encontré 20€, así que se quedó contentísimo. Tenían unos carteles que
prohíben meter productos cárnicos y quesos, que es lo que más traen los
turistas europeos. Me abrió la maleta y me llevó a su despacho donde me hizo
leer los artículos de la ley que penalizan la entrada de estos productos.
Además, la norma dice que se las queda el Estado, con lo cual ya sabemos lo que
pasa. Le supliqué de mil maneras, le dije que no sabía nada de eso –y es
verdad- pero no hubo manera. Cuando me insinuó que lo podíamos arreglar, vi que
otra señora sacaba de su cartera dinero y se la entregaba a otra policía que
estaba también en el mismo despacho. Cerré los ojos a mi consciencia y le di
los 20€. ¡Ya no soy puro! He pasado 7 años en Mozambique sin sobornar a nadie
para conseguir un fin determinado, pero hoy se acabo mi estado de pureza de
incorruptibilidad. Espero que por lo menos pasen otros 7 años hasta el próximo
soborno.
Después llegó la Alegría con el reencuentro.
Estaban Paco, Cariely y Pepita esperando los jamones y los chorizos, y a mí,
claro. Intercambiamos las típicas frases: “Estás más gordito… Te sentaron bien
las vacaciones… Tuviste buen viaje?...” y nos fuimos a casa de las Hermanitas.
Luego comimos juntos, y posteriormente nos separamos.
Nosotros fuimos a la Tumba de
Pepe. Silencio. Su tumba refleja lo que fue su vida: simplicidad (no tiene
lápida), anonimato (está identificado
por un número) y sentido eclesial, (pues está rodeado de curas y monjas). Allí
rezamos en silencio y luego nos fuimos.
Paco me fue poniendo al día de
todo lo ocurrido en estos meses: la vida continúa, Sansom en la cárcel, murió
el Sr. Bicá, etc..
Ni bongile! Llegué cansado, que
casi ni podía mantener abiertos los ojos, sin embargo voy a tener que abrirlos
de nuevo para que nada se me escape, para que tu paso silencioso no quede en la
oscuridad de lo cotidiano y rutinario, sino que salga a la luz como la novedad
de lo diario.
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