Cumpleaños de Juan Andrés Sánchez González
Alberto quería estar en el entierro de Manuel dos Anjos
pues se conocían desde hacía más de 40 años. Así que nos fuimos con las
monjas y tres acólitos a Chitima para estar en el funeral y en el
entierro. El sueño de todo misionero, creo yo, es morir y ser enterrado
en la tierra que te acogió y ahora te acoge hasta lo más profundo y para
siempre. La tierra que tu cuerpo hará germinar, como agradecimiento por
toda la vida recibida.
En el funeral estuvimos presentes los mismos de ayer:
obispo, pe. Constantino, combonianos, diocesanos, oblatos, los del IEME
(aunque Paco y Manuel llegaron al finalizar la misa, porque pensaron que
era a las 10H:00) y un grupo grande de fieles. La misa fue en el
alpendre, y al acabar nos fuimos al cementerio de Chitima.
Allí ya tenía cavada su fosa, muy cerquita de la Hna. María
(una religiosa de las Misioneras Hijas del Calvario, española), y casi
al final nos bañó una lluvia fina que sentimos como bendición de Dios
por su vida.
Tatenda! Ser enterrado en la tierra africana que pisamos
con tanta alegría, es el mejor regalo para cualquier comboniano y para
cualquier amante de África como es mi caso. Es el culmen de una vida,
como lo fue para Pedro Casaldáliga su entierro junto “al río mas lindo
del mundo”, el río Araguaia. Descansa en paz, Manuel y que los espíritus
de los antepasados nyungwes te acompañen al corazón de Dios, a quien tú
amaste y serviste en tierras africanas, las mismas que hoy te reciben
con delicadeza y respeto.
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