Ir a misa a Mavungwana a veces resulta pesado por la distancia y la dificultad del terreno, sin embargo hoy fue muy llevadero. Se apuntaron un grupo de jóvenes de la Misión para acompañarme, y entre ellas dos jóvenes mamás.
Decidimos que las madres con sus hijas estarían delante. Mi coche tiene asiento para dos (máx. 3 personas), e íbamos 5. Lo pasé en grande sólo con ver a las dos bebés que ora mamaban ora dormían. De repente se ponían a tirarse de los pelos o bien a jugar tocándose las caritas de angelitos. Les canté alguna canción en español.
Inkomu! Fue un viaje tierno, enternecedor. Después de la misa de Matukwanyana comimos juntos porque llevaron todo preparado para la ocasión. Fue un día fantástico que pienso repetir. Además, las comunidades de Mavungwana y Matukwanyana agradecieron mucho el gesto de estos jóvenes.
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