El día comenzó a las 00.45h porque nos levantamos dispuestos para salir a la 1 de la madrugada en dirección Inhambane. A las 4.00h ya estábamos echando una cabezadita en Xai-Xai (capital provincial de Gaza) y alrededor del mediodía llegamos a nuestro destino: Homoíne (Distrito donde nació Albino). Allí paramos para saludar a la hija de la enfermera Raquel y de Ngomane, que trabaja en el Hospital distrital. Fue el momento en que nuestro gallo cantó sin parar. Nuestro coche iba bien cargadito: Dito, la hermana de Albino y su sobrino, Albino, yo, sacos de millos, gallinas, gallos, pollitos, sacos de arroz, maletas, cajas rebosantes de cosas…
La primera y emocionante parada fue en casa de la abuela de Albino, fue quien lo crió y se emocionó al vernos allí. No paraba de dar gracias, de bailar, de sonreír… Estaba realmente feliz y con el corazón más que agradecido, exultante de gozo con el Señor que le había traído a su nieto a quien llevó a sus espaldas durante años.
El segundo lindo encuentro fue con su niñita Onésia que desde que lo vio no se despegó de él ni un solo minuto. Lo miraba, lo tocaba, se despegaba para ir con sus primitos y volvía corriendo como si supiese que aquel momento era eterno, porque su padre volvería a partir.
Inkomu! El viaje fue muy bueno, aunque llegué frito. Sin embargo, el recibimiento y la acogida de la familia de Albino descansaron mi corazón y me cargaron las pilas para otros 500km.
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