miércoles, 13 de febrero de 2013
Se me amontonan los sentimientos...
Acaba hoy la historia de unos zapatos. Se me
amontonan los sentimientos porque del sr. Venâncio aprendí mucho. Era constante
y perseverante, con una vida absolutamente monótona y rutinaria: cada día,
desde muy temprano, salí a barrer las calles. Pasó varios años barriendo la
Misión y luego se fue a la Villa.
La
última vez que lo saludé, le di un pan que compré en Inkomanine. Y la última
vez que lo vi, estaba sentado descansado bajo este sol abrasador. Siempre
sucio, siempre solitario, siempre trabajando sin pedir nada.
Su
familia, pobre de solemnidad, vino a pedirme que trajésemos su cuerpo para su
casa. Fuimos a la Villa y lo trajimos envuelto en una manta, porque no tienen
ni para un simple cajón de pitones. Mañana tendremos su entierro a las 10h.
Inkomu!
De ti Venâncio aprendí la perseverancia, la simplicidad de vida, la honestidad,
el amor al trabajo, la vida rutinaria de Nazaret, el silencio y la soledad, y
el agradecimiento… Te echaremos de menos. Ahora imagino que Padre Dios te
tendrá preparados unos zapatos nuevos, para tu nueva vida, y con ellos andarás
sin cansarte. Te pondrá unas sandalias en los pies, un manto y un anillo, y te
cubrirá de besos, y te preparará una fiesta porque has vuelto a tu Hogar.
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