Songo, sábado 18 de marzo de 2023
Venía de Chitima muy cansado de una reunión maratoniana de la vicaría que comenzó a las 09H:00 y sólo nos levantamos a las 14H:30 para comer y salir pitando para la catequesis. Llegamos a Songo eran las 16H:15 más o menos, y estaba todo el patio de la iglesia a reventar de niños y jóvenes, por lo que entré despacito y vi junto a una sala unos policías. Pensé que estaban allí para dejar o recoger a sus hijos, así que seguí hasta mi casa para aparcar el coche, sin saber que ya había comenzado un suceso de terror de los que sólo pasan en África.
No hice sino bajar del coche y ya tenía a un catequista a la puerta, que me saludó para luego comunicarme lo sucedido: un catequista abrió la puerta de la sala 13 y se encontró a un hombre ensangrentado tirado en el suelo, rodeado de sus propias heces y orines. Los catequistas llamaron urgentemente a la policía y ésta cuando llegó quería llevarse detenido al catequista por secuestro. Hubo mucha tensión, pero lo urgente era llevar al hombre desconocido al hospital porque estaba muriéndose.
Yo me fui directo al hospital para ver al enfermo, y me quedé de piedra. Un hombre cadavérico, con suciedad de meses sin ducharse y en estado crítico. Estaba tan mal que ni hablaba, y nadie sabía quién era. Le dejé al enfermero mi número de teléfono por si pasaba algo. Venía cansado, pero los nervios me hicieron olvidar la paliza de la reunión y del viaje.
El tiempo se me echó encima y vine directamente para la misa, pero no se me quitaba la imagen de aquel hombre agonizante, y mi cabeza daba vueltas sobre cómo había podido entrar en aquella sala y cuánto tiempo podía llevar ahí. Pues el aspecto del cuarto era como si estuviese allí desde hacía días. Después de la misa llevé a las monjas a su casa y veo una llamada desconocida: me informaban desde el hospital que el señor había fallecido. Me quedé de piedra. Así mismo me fui directamente a la policía para comunicar lo sucedido y me sorprendió que no mostrasen interés ninguno.
Tatenda! No sabemos quién es este hombre de unos 30 años; no sabemos cómo entró en aquel cuarto ni cuánto tiempo llevaba agonizando en soledad; no sabemos qué hacer ahora después del shock y qué pasará en estos días que siguen. Todo está en tus manos… él está en tus manos. Creo firmemente que vino a la iglesia para buscarte a Ti en su momento final… y ya te encontró. DEP
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