domingo, 28 de abril de 2024

El regalo de poder celebrar mis 25 años de diácono en África

 

Songo, miércoles 24 de abril de 2024

 




            El regalo de poder celebrar mis 25 años de diácono en África tiene para mí un gran valor sentimental. Tempranito me fui a Mulumbua para celebrar la eucaristía y ver cómo va nuestra escuela, además de ir organizando la experiencia misionera de los jóvenes canarios.

 

 

            La misa fue una gran fiesta, porque fue una especie de inauguración de la escuela-capilla. Ahora tenemos mejores condiciones, aunque todavía nos falta un largo camino por recorrer. El ofertorio fue espectacular: cinco gallinas, unos 10kg de pescado pende, calabazas, unos 5kg de millo, judías, pepinos, etc… Pero, sin duda, lo más bonito fue la lectura de un agradecimiento que hizo una niña de tercero porque las lágrimas de emoción le brotaban mientras leía, pero ella no paró hasta el final.

 

            Subir y bajar Mulumbua es siempre una linda experiencia, y ya van 14 veces que hago ese trayecto. Al llegar a mi casa, tomé una ducha y ya estaban las de Cáritas esperándome para hacer las visitas a unas 7 familias en Sorefame. Fue hermoso pasear por el barrio, viendo a los niños y niñas jugando, otros yendo a las fuentes a buscar agua, otros regando huertas o vendiendo estiércol.

 

            Tatenda! Servir en tres hermosas mesas marcaron mi celebración del diaconado: la mesa de la eucaristía, donde Jesús, el motor de mi vida y misión, se nos entrega como alimento; la mesa de la escuela, donde una niña fue el mejor ejemplo de los frutos que da apostar por la educación; la mesa de los pobres, a cada uno en su casa con gran alegría, acompañado por el grupo de Cáritas y recibiendo sonrisas como agradecimiento. Tú que fuiste el servidor, el que lavó los pies, el que curó las heridas de la ignorancia, el que se entregó como buen pan… ayúdanos a ser la iglesia servidora de todas las mesas, y que en todas ellas sirvamos con tanta alegría como amor.

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