Sábiè, sexta-feira 15 de Maio de 2009
Roberto, Amada, Juan Antonio, Rafael e Amada em Madrid
André no era bautizado, ni siquiera rezaba en ninguna iglesia, sin embargo me pidieron que rezara por él. En esos momentos me siento ciudadano del mundo, misionero, hermano de todos, creyente más allá de las prácticas religiosas. Ante la muerte de un pobre, ¿qué hacer? La Iglesia católica aquí prohíbe que recemos por los no-bautizados que ni si quiera rezan con nosotros. Sin embargo, ¿no somos todos hijos de Dios? ¿Acaso no somos hermanos? ¿Sólo el agua bautismal salva? ¿El Espíritu de Dios no estaba en lo más íntimo del corazón de André? ¿Padre Dios no conocía su nombre, su familia, su historia, sus amores y sus sueños antes de que naciese?
Así, a las 9.00h estaba en casa de André para despedirlo con una oración familiar. Estaba todo el pueblo de la Misión de Sábiè. Las brasas del fuego encendido durante la noche aún llameaban. Cuando llegué estaban reunidos hablando de la situación en la que quedarían las hijas de André. Su esposa vino de Sudáfrica y lloraba amargamente, sin consuelo, aunque estaban separados desde hace años.
Él estaba en una pallota solo y con la puerta cerrada. Después de la oración inicial abrieron la casa y tras unos minutos en privado en que entraron los miembros de su familia, sacaron el ataúd cubierto con una capulana y nos fuimos cantando al cementerio. Allí estaba la fosa abierta, la rociaron con agua, plantaron unas yerbas en cada esquina de su interior y luego lo colocaron dentro. Lo siguiente es cubrirlo con la tierra, y para eso son sus familiares los primeros en echar un puñado, y luego el resto de los presentes.
Un Padrenuestro, una bendición, un aviso de las ceremonias del 7º día y unas palabras del régulo. Así despedimos a André…
Ahora está en Tus Manos, Khanimambo! Tú que eres Amor, que eres Misericordia, que eres Madre atenta a los pobres, a los enfermos, a los olvidados… Ahora como siempre es todo tuyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario