Koboko, sábado de Ressurreção 3 de Abril de 2010
Hacía tiempo que no me temblaban los pies de emoción. La vigilia pascual comenzó con algunos errores de los lectores, del coro y bailarinas, sin embargo luego todo cambió de color. Comenzaron a reír y a cantar que casi se nos salía el alma por la boca. El corazón lo teníamos a cien y las canciones parecían no acabar. Cantábamos cada estrofa con más fuerza. Incluso en las respuestas de la misa, la gente parecía gritar: “A Hosi a yi ve na n’wina / Yi le makahri ka hina!!!” (El Señor esté con ustedes / Él está entre nosotros!!!)
Toda la misa fue un auténtico canto de alegría, y ya fue imparable a partir del ofertorio solemne: kilos de batatas, una palangana, sandías, caña de azúcar, etc… Lo pasamos en grande. Al final, como les había prometido repartí la botella de vino tinto que llevé como símbolo el jueves santo, y eso fue un motivo más para la alegría.
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