sábado, 29 de noviembre de 2014
La nueva casa de vovó Rosalina Cossa.
Missão, terça-feira 28 de Outubro de 2014
Ha
sido un día de una luz muy potente, y no sólo porque apretaba el calor sino por
lo que irradiaba la comunidad de Baptine construyendo la nueva casa de vovó
Rosalina Cossa. Hace unos una semana y pico lleve cañas para la casa de esta
viejita, y les dije que ellos tenían que hacer el trabajo. Pensé que meterían
las cañas entre los palos, pero no fue eso lo que decidieron. El siguiente
domingo se comprometieron a hacerle una casa nueva.
Personalmente
creía que ya había hecho mi parte del trabajo, pero como el martes lo tenía
libre decidí comprar más cañas y verguilla para amarrarlas, y me fui con ellos.
Cuando llegué estaban haciendo los agujeros para meter las estacas, mientras
otros fueron a cortar árboles, y las mujeres preparaban la comida. Pero les
faltaba agua. Nada raro en casa de vovó Rosalina.
Me
fui con dos mujeres al río y el agua estaba tan verde que salí con los pies
llenos de manchas verdes, así que nos fuimos a otra parte del río, pero el agua
estaba igual. Como no teníamos alternativa, nos fuimos a la fuente. Allí pasé
un buen rato oyendo como las mujeres que estaban lavando la ropa, se reían de
mí. Sacar agua es trabajo de mujeres, y ver a un blanco llenando más de 400
litros es todo un espectáculo. Le decían a una joven que fue conmigo que si
ella era mi patrona, que no tendría derecho a comer… y reían y reían. Yo
también me reía, pero les daba la espalda y me hacía el sueco como si no las
estuviese entendiendo.
Cuando
regresamos me dijeron que teníamos que cortar otras estacas para el techo, no
tan gruesas. Así que me fui con Albino y un grupo de jóvenes con la moto sierra
para cortar. Ahí no hice nada, más que meterlas en el coche. Esos árboles están
llenos de pinchos y tristemente tengo unas manos “muy delicadas”, no son recias
y duras como la de los albañiles o los hombres del campo. Sus manos están
endurecidas, llenas de cayos porque todos los días tienen contacto con el duro
trabajo del campo.
Una
vez regresamos ayudé a meter las cañas entre los barrotes, y cuando acabamos me
puse a echar tierra y piedras con mis manos en la base de las cañas. No
teníamos pala, así que todas las mujeres y algunos hombres hicimos ese trabajo
con paciencia, mientras otros destechaban la antigua casa para techar la nueva.
Me acordé mucho de mi padre, y de cuando era niño jugando a construir casas con
cañas. Sentí la bondad de esta gente que en un día de trabajo sin descanso,
consiguieron levantar una casa en
buenas condiciones para esta viejita.
En
la ida y vuelta a Baptine encontré a la APE Elisa, le llevé el kit y me entregó
su informe mensual. Luego pasé a saludar a vovó Adelina Chivurri en la Misión.
Estaba literalmente hecho polvo, pero me bajé a saludarla y lo agradeció.
En
casa después de una ducha y de compartir las experiencias vividas, Paco en
Moamba y yo en Baptine, me despedí porque mañana tenemos viaje a Maputo.
Ni
bongile! Por tanta luz de la que sale del corazón de las personas. Las
observaba trabajando, jóvenes mujeres, abuelas, niños, hombrecitos y hombres,
todos juntos construyendo comunidad, construyendo familia, construyendo
Mozambique, haciendo posible la dignidad de una persona que, sentadita en su
estera, dibujaba con su sonrisa el resplandor y la felicidad del mismo Dios
Madre.
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