Songo, jueves 12 de enero de 2023
Si yo dijese Leonel, todos pensaríamos en Mesi… Sin embargo, a partir de hoy, Leonel para mí son otros ojos… Los ojos de un niño de 10 añitos que vino hoy con su madre y su hermano para pedirme unas gafas. Me quedé impresionado al verlo pues sus grandes ojos están recubiertos de una especie de cataratas enormes, además de manchas blancas que le impiden ver. En sus manitas mantenía una pequeña toallita con la que se secaba las lágrimas que le salen continua y espontaneamente.
Su madre me contó la historia del niño que quiere estudiar, pero no puede leer. Ha insistido durante años al Director de la Escuela del Barrio de la Unidad, pero que si “la pandemia” y que si “tenga paciencia” y el niño ahí sigue sin poder leer ni escribir, y para colmo aguantando a una profesora que le dice que su hijo no aprende nada y que lo pasan de curso para no desanimarlo. A Leonel lo operaron en Malawi, primero de un ojo y luego del otro. Parece ser que la primera operación salió bien, pero en la segunda casi pierde el ojo derecho. Anita, su madre, me decía que se pasó todo el tiempo pidiéndole a Dios que no perdiera el ojo pues se le hinchó como un globo.
Cuánto sufrimiento para una criaturita de tan tierna edad, queriendo jugar com otros niños, queriendo correr y queriendo aprender… Anita me dijo que Leonel había dicho en una ocasión que quería aprender para luego enseñar a otros niños como él. Se me partió el corazón cuando me dijo eso.
Inmediatamente llamé a Miguel en Tete para saber cual debe ser el procedimento para entrar en la escuela para “Deficientes visuales” de Tete. Miguel me atendió y me abrió puertas. Me dijo que lo mejor es traer un documento de Acción Social para que tenga posibilidad de entrar en el internado, pues ya la matrícula se cerró. Hablé con la Directora del Hospital y me dijo que ella misma haría el documento, así que mañana haremos todo lo posible para que la próxima semana podamos matricularlo en la única escuela de la provincia que podrá hacer frente a su educación.
Tatenda! Todo comenzó en Ingenio, cuando un grupo de Cáritas decidió enviar a Mozambique unas cajas de gafas, sin otra pretensión que ayudar a quienes no pueden comprar gafas graduadas o de sol… Y mira por donde, que un niño llamado Leonel toca a mi puerta para pedir unas gafas, y si Dios quiere se llevará un porvenir, la posibilidad de estudiar… y quizá un día ser también profesor de otros niños y niñas que como él, no se quedan lamentándose de su enfermedad sino buscando formas de integrarla para después poder ayudar. Por estos niños que evangelizan y limpian mi mirada… Gracias, Señor.
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