Sábiè, terça-feira 17 de Março de 2009
São Patrício, missionário na Irlanda
Tempranito fuimos a la capilla de Kurrumane porque habíamos quedado con el albañil y con el carpintero, pero no aparecieron. Tanto uno como el otro habían ido a pescar al río, y sólo trabajarían por la tarde. Cuando llegamos sólo encontramos a un señor que estaba cortando hierba de cuclillas en el suelo. Lo saludamos e hicimos alguna llamada y nos fuimos. Él siguió con su tarea.
Por la tarde regresamos nuevamente y aquel señor continuaba con el mismo trabajo y en la misma posición. Me fijé mejor y me di cuenta que no andaba, sino que se arrastraba por la tierra. Tenía las piernas contra el pecho y se arrastraba por el suelo ayudándose de sus manos. Llevaba una especie de protección en los pantalones para no romperlos. Me impresionó su serenidad y su silencio.
A veces nos creemos que vemos y estamos ciegos. Khanimambo! por darme la oportunidad de encontrarme con él dos veces, porque me ayudó a pensar que puede necesitar unos guantes para andar. Danos sensibilidad para ver y para encontrar soluciones a los pequeños y grandes problemas de los más pobres.
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