jueves, 21 de enero de 2016
Fue al río a lavarse el pelo
Mavungwana,
sexta-feira 15 de Maio de 2015
Dia
Internacional da Objeção de Consciência
Contar una historia de amor es un ejercicio
que debe repetirse miles de veces al día en tantas canciones como suenan en
nuestra geografía mundial. Cada historia tiene sus matices, todas son
diferentes y únicas, todas envueltas por una magia especial.
La
historia de amor de hoy no la conozco, pero tienen nombre y años compartidos:
ella se llama Celeste Sibuè y él se llama Elface Cossa. Ella tiene 80 años y él
87, y viven en Mavungwana. Cuando hoy llegamos a su casa fui con los libros
para tomar datos, pero encontramos que sólo estaba él porque ella se había ido
al río para lavarse el pelo: mañana será su boda, y como toda mujer coqueta se
fue a su particular “peluquería”. Cuando las mujeres que estaban allí oyeron
que fue al río a lavarse el pelo, estalló la carcajada (posiblemente pasan
semanas sin que el agua se pasee por sus cabellos). Él, sin embargo, no tiene
ni una hojilla para afeitarse y mañana irá con barba a su boda.
Elface
casi no ve, por eso después de unos minutos sentado en su estera preguntó si yo
había venido –risas- Su voz es casi imperceptible, pero lo poco que le oímos
fueron palabras de agradecimiento y de alegría. Él se quedó sentado en la
estera con “mis zapatos” ya casi deshechos, pero confirmó que aún tenía “mis
zapatos nuevos” preparados para la boda.
Esta
fue la primera visita de un día donde no paramos hasta las 16.00h en que
regresamos al Puesto de Salud para preparar el almuerzo y comer. El atardecer
fue precioso, y nos dimos un pequeño paseo para preguntar el precio de los
refrescos (20 mt!!! El doble que en Mahungu). Nos regalaron un refresco y
añadiendo un paquete de galletas, ya habíamos cenado. Estuvimos de cháchara
hasta que pudimos, porque la luz de la linterna no es eterna y sólo teníamos
dos velas.
Ni
bongile! Porque en cada visita, aunque cansado, sentí tu presencia entre los
más pobres, en su alegría, en su acogida, en sus oraciones. Mañana un señor con
“zapatos nuevos” y una señora “de cabellos hermosos” se darán un SÍ, sin la
pasión de los 20, ni la razón de los 40, ni el aguante de los 60, pero sí con
la paciencia de los 80 y sabiendo que fue y será para toda la vida.
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