Primero celebramos la misa en la comunidad que tiene una capilla en ruina, y un grupito pequeño de cristianos, pero muy alegres, casi todas viejitas que vibran al son de la música.
Cuando regresamos estuvimos echando una mano a los albañiles para que acabasen. Estábamos Jesús, João R., Bernardino, Albino y yo como ayudantes, y luego los verdaderos peones y maestros. Aunque sólo fuese un ratito, sentí que echaba una mano en la construcción de este pequeño puesto de salud que tanto bien hará a toda la población.
Cuando ya nos despedíamos, Albino le preguntó a Jesús: ¿Puedo comenzar ya a usar el Puesto de Salud? Jesús le dijo que “Sí”. Albino es el “enfermero” y el maestro y el animador de la comunidad, y se puso supercontento.
Todavía no tiene ni sillas, ni mesa, ni medicamentos, ni está pintado, ni tiene agua, ni luz… Sólo es una pequeña construcción de 2 habitaciones, pero para el sr. Albino es suficiente para comenzar. ¡Ay, Señor! En Canarias nos quejamos de que no tenemos el último grito en sillas o camas hospitalarias, y aquí son felices con el hecho de tener un pequeño lugar donde atender a los enfermos con intimidad. Gracias por los medios pobres, que sólo los pobres saben valorar. Kanimambo
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