Por la mañana conocí a un andaluz que tiene una carpintería en Beira. Cuando lo saludamos parecía estar en estado de shock o por menos muy cansado. Tenía cara de estar agotado y cabreado: le faltaron 3 trabajadores y se había ido la luz en la carpintería, dos cosas muy corrientes.
Se desahogó con nosotros porque después de años viviendo aquí y de estar casado con una mozambiqueña, no comprende cómo sus trabajadores faltan al trabajo después de cobrar. Según cobran se van al bar a beber hasta “ficar grossos” (quedar borrachos como chuchos). Por ejemplo, ayer cuando fuimos a hablar con el Pe. Fernando M.Af. en la “picada” (entrada de tierra batida) que lleva a su casa había un señor tirado en el suelo semicubierto por un riacho de agua (de cintura para bajo). Yo pensé que estaba muerto, pero la gente pasaba casi sin prestarle atención: estaba en “coma etílico”. Según cobran se ‘beben’ el dinero. Así un mes tras otro.
Y para colmo de males, no puede abandonar la empresa ni un minuto, porque entonces no trabajan, se dedican a hablar y a descansar hasta que venga el jefe. Es para estar atacado de los nervios.
Por la tarde el telediario me ayudó a comprender la barbarie en que vive esta sociedad. El Presidente de la República Armando Guebuza dijo en las noticias que los 40 niños que iban en el contenedor de mercancías, se dirigían a Maputo para entrar en una escuela coránica. Acto seguido entrevistaron al imán de la mezquita que afirmó que no tenía conocimiento de que estos niños viniesen a la escuela, pero que sí se dirigían a Maputo (esto último lo diría para no contradecir totalmente al Sr. Presidente). Es una pena, pero gracias a Dios estos 40 niños continúan con vida.
Señor, la pobreza trae muchos problemas: alcohol, venta de órganos… deshumanización, falta de valores que dignifiquen a esta sociedad tan rica. Ayuda al pueblo mozambiqueño a valorar su trabajo y a la vida.
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