Después de una mañana típicamente agitada de sábado, fui a comer con las hermanas de los Sagrados Corazones. Son tres españolas: Luisa, Mercedes y Concha, con las que lo pasé divinamente.
Regresé para la boda de Manuel y Luisa. Aquí no se acostumbra esa entrada de los novios, así que nos ahorramos la marcha nupcial. Los novios llevaban trajes nuevos, pero nada de terno negro y traje de cola blanco. Los novios pueden tener más de 50 años occidentales, es decir, quizá tengan 35 pero aparentan tener medio siglo a sus espaldas. Tienen hijos y nietos, y son de la comunidad de San Pablo.
Nos invitaron a Abilio y a mí al convite que se celebraba en el salón parroquial porque como pobres que son, no tienen para alquilar un lugar para el “copo de água”. Hubo mucha confusión porque un acólito, Kizito, fue a la casa del novio a decir que yo había invitado a 6 acólitos al banquete. Manuel vino a hablar conmigo y le aclaré la situación.
Al terminar la celebración, hay un ofertorio oficial en el que los recién casados traen danzando un sobre con dinero para el párroco. Es muy bonito verlos bailar como la pobre viuda del Evangelio que echaba todo lo que tenía para vivir: los dos sobres juntos no sumaban un euro, pero lo traían como quien lleva un tesoro.
Casualmente noté por el tacto que uno de ellos llevaba monedas. Al terminar la misa, el acólito Kizito le dio a Abilio el dinero sin los sobres y no estaba la moneda. ¡Tremenda confusión! Hablamos con él para saber qué había sido de los sobres y dónde estaba el dinero en monedas, a lo cual nos dijo que había tirado los sobres. Le dijimos que fuese en busca de los mismos, aunque sabíamos que nos había robado. Al ratito apareció con los 10 Mt (unos 0,30 €).
Muy mal hay que estar Señor para mancharse las manos por 30 céntimos. Lo peor que me deja, es que ya no puedo confiar en él. Quizito es el que hacía las compras de los monaguillos, y ahora hemos decidido cambiar para que las haga una acólita. Quiero seguir tratándolo con el mismo cariño, pero no puedo consentir que se maleduquen aquellos que están a nuestra responsabilidad. Debemos alejarles de la tentación de robar, y profundizar en su formación como cristianos íntegros y con opciones en coherencia con el Evangelio. Perdónalo y ayuda a él y a su familia.
Munhava, domingo 18 de Maio de 2008
Este fenómeno de los “Padroeiros” no sé si es antiguo, creo que no, pero ya está muy arraigado en la parroquia. Hoy fue la fiesta de la Comunidad de San Matías en el barrio de Chanchi donde celebré la Semana Santa.
Llegamos un poco tarde porque Sor Fátima nos dijo que no había hostias 30 minutos antes de la misa. De este día destaco el papel de las mujeres, trabajadoras incansables. Estaban en todo: coro, danzarinas, cocineras, camareras, limpiadoras, cuidadoras de niños y animadoras de la fiesta. Ver para creer.
Aquellas que estaban cantando o bailando, luego las veías alrededor de la comida, luego sirviendo en las mesas, cuidando el sinfín de niños, limpiando el suelo y lavando la loza, luego sentadas comiendo con la mano a toda prisa, para acabar animando la fiesta con bailes y cantos. Me daba la impresión de que se multiplicaban, y lo más maravilloso: sin perder la alegría.
Yo estaba quedándome dormido, pero me quedé hasta el final sólo por agradecer con mi presencia el esfuerzo de aquellas mujeres.
Gracias Señor por ellas, por las mujeres mozambiqueñas, mujeres llenas de vida y de niños, de trabajos, de sueños, de dolores y sufrimientos, y de alegría. Ayúdanos a superar el machismo y las tradiciones que impiden que la mujer viva con mayor libertad y con igualdad frente al hombre. Será un camino largo y sufrido, pero no imposible. Tú estarás con ellas y con nosotros, en este camino.
Munhava, segunda-feira 19 de Maio de 2008
Está comenzando el frío. Hoy se notó una bajada en la temperatura, unos 22ºC. Las mujeres y niños comienzan a llevar una capulana sobre los hombros para amortiguar el frío que sienten, especialmente por la mañana.
Las capulanas son un gran invento y de mucha utilidad. La usan sólo las mujeres y tienen para múltiples funciones: son faldas que cubren los pies; son abrigos que dan calor al cuerpo cuando hay frío; son cunas para llevar a los bebés y darles abrigo; son sombreros para parar el sol; a veces, son la única ropa que cubre sus cuerpos desnutridos; son esteras para sentarse cómodamente en el suelo; son mesa para poner comida o para vender; son sábanas para cubrir los cuerpos de los difuntos; son carteras para llevar el dinero, porque les hacen un nudo; son sacos para llevar el arroz, o tomate, o millo; son manteles de mesa; son servilletas para limpiarse o secar las manos después de comer o beber; son carteles publicitarios, porque las hay con anuncios de bebidas; son iconos de fe, porque algunas tienen motivos religiosos; son colchas para la cama… son un símbolo de la mujer mozambiqueña y africana.
Por eso, cada mujer tiene muchas capulanas, y pueden tener 4 ó 5 encima: falda, sombrero, cuna, saco de arroz y abrigo. Tanta capulana da un estilo y un color al país. En esta zona los colores son apagados u oscuros: azul, marrón, gris, morado, lila, verde oscuro. Y normalmente tienen figuras geométricas: círculos y rayas, aunque también los hay con dibujos estampados.
¡Qué maravilla, Señor! Con tan poco, todo lo que consigues hacer. Los medios pobres de los que tanto oímos hablar, están ahora ante mis ojos. Tengo dos capulanas: una con la Última Cena, como mantel de mi mesa, que me recuerda mientras estudio cuál es mi vocación y ministerio; y otra como colcha en mi cama, que a veces uso para matar mosquitos, y es que … la capulana debe tener infinitas funciones.
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