La mañana estuvo marcada por el Día Mundial contra el SIDA. La parroquia organizó una manifestación desde Munhava Matope (Cdad. San Pedro) hasta la Comunidad de San Matías. Era una procesión con cruz, cantos y oraciones atravesando el barrio de Munhava.
En medio de esta explosión de alegría, apareció el dolor que azota estos barrios. Justo cuando estábamos pasando junto a una casa comenzó una mujer a gritar, a llorar, a correr: había muerto un hijo. Me quedé de piedra, mientras decenas de niños vieron por la llamada de los gritos. Un hombre intentaba consolarla, y los niños y niñas miraban atónitos y tranquilos al mismo tiempo. Me dio la impresión de que estaban acostumbrados a vivir estas escenas de dolor. Ninguno lloraba, todos estaban quietos, de pie, descalzos, con sus ropitas rotas y sucias del barro, contemplando como angelitos la muerte que llama a la puerta.
Precisamente ayer, cuando hablaba con Celso me extrañó que fuese hijo único y le pregunté el motivo: habían muerto sus seis hermanos, y todos antes de cumplir los 5 años. Él fue el último y el único que consigue seguir en vida. La muerte es negra y no mira la edad.
Cuando llegamos a la comunidad entramos en la Iglesia (sin techo) en medio de un calor que nos asaba. Después de una oración dirigida por los animadores de la comunidad, tuvimos un acto especial: una ceremonia tradicional. Invocamos a los espíritus de los antepasados siguiendo un rito para pedir que intercedan para que acabe el SIDA.
La ceremonia consiste en juntarnos en torno a un árbol, todos sentados en el suelo. Los más ancianos ponen hojas de platanera alrededor del árbol y sobre ellas ponen bebida tradicional, mangas, masa de arroz, dulce, plátanos, pescado asado del río. Y mientras el anciano va poniendo todo y hablando en voz baja, los asistentes deben dar palmas (los hombres y las mujeres de forma diferente). Finalmente, un anciano da vueltas por el suelo, se levanta y hace una oración.
Por la tarde fue la misa de los jóvenes, de esas de pelos de punta en las que te tienes que frenar porque si no estarías bailando como un loco. Guitarra eléctrica, bajo eléctrico, acústica, batuques, maracas y cantando a 3 y 4 voces con un ritmo que le levanta del suelo.
Como novedad viví por primera vez, la incorporación plena a la Iglesia Católica de una joven que fue bautizada en la Iglesia Anglicana: leyó el Credo Nicenoconstantinopolitano y otra fórmula anexa, y luego cantamos para ella y la gente fue pasando a saludarla. Posteriormente, en la comunión vino con su madrina a tomar comunión al altar. También me gustó una felicitación que se hace a quienes han cumplido años el mes anterior: se presentan, dicen los años y les damos un abrazo y cantamos para ellos.
Señor, cada día me sorprende tu presencia misteriosa en medio de la vida y de la muerte. Ayúdanos a acompañar muerte y vida, esperanzas y alegrías, tristezas y dolores, sabiendo que Tú estás siempre amando en lo más profundo de cada realidad.
Munhava, lunes 3 de Diciembre de 2007 (Festividad de S. Fco. Javier)
Me enteré de que Pepsi fracasó en Mozambique y por eso ahora es un monopolio de Coca Cola. Es asombroso: si te descuidas, bebes agua de Coca-Cola o de Nestlé, refresco de fresa de Coca-Cola, etc. Es muy difícil encontrar productos refrigerantes que no sean de esa empresa. Ya he decidido tomar zumos, tónica y cerveza, aunque es imposible mantener un boicot absoluto. Por ejemplo, un animador de la comunidad me invitó a su casa para tomar un refresco: Coca-Cola. Me supo a rayos, pero me la bebí como quien bebe veneno. Mi único consuelo es que me la daba un hombre pobre, como lo mejor que tenía para su invitado.
Como curiosidades, cerca de aquí hay una rotonda cuyo monumento es una gran botella de Coca-Cola, y peor aún, la Plaza del Ayuntamiento también tiene otra gran botella de Coca-Cola. A quienes venimos de la tierra del Clipper y el Nic de fresa, esto es un estampío’ contra las narices. Supongo que lo iremos cambiando, porque yo no estoy dispuesto a cambiar mis opciones anti-imperialistas.
Todavía me impresiona caminar por estas calles. Hoy visité la comunidad de São Tiago, y veo escenas que son imposibles de narrar: niños llenando una garrafa de agua de un charco negro de “mierda”, donde otro niño bebía junto con unos patos. Y para mayor sarcasmo, un poco más adelante había un cartel que decía “Bem-vindo a Miame” (Bienvenido a Miami).
Todo el paseo fui acompañado por los responsables de la comunidad que te enseñan todos los límites, como si yo pudiese distinguir algo. A mí todo me parece igual: calles de tierra, basura y niños, con letrinas y cocoteros. Para ellos es natural, para mí es una constante revoltura de tripas por este mundo que convierte países en vertederos, y a los niños en animales. Intento aparentar cierta naturalidad, pero no puedo dejar de gritar en mi interior: ¡Basta!
Cuando llegamos a la comunidad de São Tiago nos recibieron con cantos y danzas en la Iglesia, que por tener techo y piso de cemento me pareció de todo lujo. Les felicité por tener una Iglesia tan linda, construida con su dinero y con sus manos.
Me sorprende su capacidad de descentramiento: están más interesados en ti, que en mostrarte su pobreza y sus necesidades. Te preguntan por tu familia, por tu tierra, por España, por tu Iglesia, por tus jóvenes… y casi les tienes que arrancar las palabras para que te cuenten algo de ellos. Cuando escuchan lo hacen con toda atención y te muestran sus sentimientos de alegría o tristeza según lo que digas. Por ejemplo, hablé de la realidad de los jóvenes en la Iglesia de España y ponían cara de preocupación y de tristeza, y me preguntaban “porque não acreditam em Deus?” ( ¿por qué no creen en Dios?).
La despedida es igualmente emotiva: cantos y danzas. Aproveché para bailar con una viejita que no sabía portugués y que pedía traducción. Toda la gente se quedó contenta y se reían al verme bailar con la señora, tan simpática y alegre de la Legión de María. Le pedí que si yo me moría, que bailase y cantase para mi en mi funeral; a lo cual ella me respondió que para eso tenía que ser de la Legión de María (ja,ja,ja…)
Perdón Señor por mirar esta realidad desde el dolor y no tanto desde la vida. Que no cambie mi mirada, que no deje de encontrarte en cada legionaria, en cada comunidad, en cada niño bebiendo agua negras y sobreviviendo a tal veneno social.
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