miércoles, 22 de octubre de 2008

Martes 12 y Miércoles 13 de febrero de 2008

Munhava, terça-feira 12 de Fevereiro de 2008

Cuando ya te parece haberlo visto todo, te llevan a la sala de los horrores. Los hospitales son, y han sido siempre, lugar de dolor y sufrimiento, pues aquí son de sufrimiento inhumano y muerte.
Fui con Mateo Carbonell a visitar a los enfermos. Es una visita tipo D. Eusebio, con pocas paradas y pocas palabras. Pasamos por el cuarto del padre Bernardo, que estaba solo, delgado, bañado en sudor y con lágrimas en los ojos. Me quedé de piedra, porque es muy joven y ya ve en su rostro la marca de la depresión.
Recorrimos todo el hospital, desde la planta de cirugía a la de tuberculosos pasando por pediatría. Es imposible decir que una era peor que la otra porque todas eran patéticas: habitaciones con 5 ó 10 ocupantes; con sábanas manchadas de sangre; todo sucio, viejo, roto; vestidos con ropa de calle y los que no tenían estaban desnudos envueltos en sábanas; los pasillos y salas llenos de camas, pero también colchones en el suelo; acompañantes acostados debajo de las camas o compartiendo cama con el enfermo; cucarachas; gente comiendo arroz o masa en lebrillos con las manos; un desorden casi caótico en cuartos y pasillos; personas en un hilo de vida, a las que sólo veías los huesos y la piel; y aquel olor nauseabundo que lo impregnaba todo.
Y nos quejamos de la Sanidad Canaria. ¡Por Dios! Me parece una falta de respeto a los pobres que nadan en esta miseria. Salí como en estado de shock, casi no me salían las palabras cuando regresaba a Munhava. Y todavía tengo gravadas esas imágenes de tumores, caras desfiguradas, personas moribundas, cuerpos tirados por el suelo… Todas, personas como yo, con la misma dignidad humana que yo, hijas de Dios como yo, amadas como yo, pero con la Cruz de la Injusticia a cuestas.
Estabas Señor en cada una de ellas, en todos ellos: levanta esta humanidad enferma de Injusticia, enferma de Egoísmo, enferma de Dinero, enferma por falta de ‘Humanidad’. Así, llegará un día en que las personas en el hospital serán tratadas como Personas con toda su dignidad.


Munhava, quarta-feira 13 de Fevereiro de 2008

No entendía muy bien qué estaba pasando. Corrían las hermanas de São José de Clunny, corrían las cuidadoras, todas corrían. Júlio, un jovencito del orfanato había bebido agua del grifo y cogió cólera. Lo llevaron rápidamente al Centro de Salud que gracias a Dios, está pegado literalmente al orfanato.
Son niños, y a pesar de que se les insiste muchísimo en que no beban agua del grifo, ellos desobedecen. Las lluvias hacen que el agua todavía sea peor. Cuando me ducho, el olor del agua es casi repugnante (está tan sucia que al terminar queda arenilla en el plato de ducha), y cuando me lavo los dientes procuro no aguantar mucho el agua en la boca. Sin embargo, aquí la gente se bebe esa agua por no hervirla, filtrarla o ponerle químicos, ya que todo eso les resulta muy caro. Así que tienen sus estómagos habituados a las bacterias de esta agua, mientras que cualquiera de nosotros sólo tomando un vaso, le bastaría para coger una fuerte diarrea.
Ahora bien, el cólera no perdona ni el estómago más resistente. Así que del Centro del Salud se llevaron a Júlio para el Hospital Central. Allí lo tienen a sueros hasta que se recupere un poco. Mientras han avisado a sus parientes más cercanos para que estén con él en el hospital, aunque del orfanato también lo visitarán todos los días.

Danos tu Agua Señor, el Agua Viva, el Agua de Vida. Un Agua libre de toda impureza; un Agua que calme nuestra sed de justicia; un Agua que lave nuestras manchas; un Agua que refresque nuestro cuerpo; un Agua donde sumergirnos sin miedo a las olas, al cólera, o a los cocodrilos. Danos tu Agua de manantial que salta hasta la vida eterna.

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