sábado, 21 de enero de 2023

¿Cómo podrían estar alegres?

 

Songo, viernes 20 de enero de 2023

 

       

     Cuando llegué al río confieso que el corazón me latía más rápido que de costumbre. Bajé llevando a los profesores que hoy acabaron su formación, y con el propósito de recoger a las niñas del internado. Por un lado, la alegría de haber acabado con éxito este curso para nuestros maestros de Mulumbua y Chodzi, y por otro lado, la alegría de volver a ver a las niñas que tantas alegrías me dieron el curso pasado.

 

 

            Al llegar las encontré sentaditas esperándome. En Songo estaba cayendo el diluvio universal y, sin embargo, en el río Zambeze no caía ni gota. Así que ellas no se habían mojado mientras me esperaban. Sus caritas se iluminaron cuando vieron el coche. Al parar las saludé una a una y me sonreían. Les pregunté si querían ir a Songo y me dijeron que sí. Las subimos al coche y nos fuimos.

 

 

            Una vez en Songo, entramos en el internado y se sentaron en silencio. Sus rostros ya no eran los mismos, pues estaban tristes, muy tristes. Victorina comenzó a llorar, aunque sólo fueron 10 minutos (el año pasado estuvo llorando casi una semana); luego, lagrimeó Verónica porque le dolía la barriga, Eva se quejó del pie y Chorida no mostró su linda sonrisa… Después de unos treinta minutos decidí irme y dejarlas solitas con Fátima.

 

 

 

   Tatenda! Yo las esperaba felices, alegres… ¡qué iluso! Son niñas que han dejado atrás a sus madres, a sus padres, a sus hermanitos, a sus primos, sus campos, sus juegos, su luna llena, sus gallinas y sus perros… ¿Cómo podrían estar alegres? También yo me entristecí con ellas, me uní a su dolor… aunque sé muy bien que esta pequeña cruz la llevaremos juntas y será parte del triunfo final, el triunfo de la educación, de la libertad, de un futuro más digno, más igualitario, más humano y… divino.

viernes, 13 de enero de 2023

Cuánto sufrimiento para una criaturita de tan tierna edad

 

Songo, jueves 12 de enero de 2023

 



Si yo dijese Leonel, todos pensaríamos en Mesi… Sin embargo, a partir de hoy,  Leonel para mí son otros ojos… Los ojos de un niño de 10 añitos que vino hoy con su madre y su hermano para pedirme unas gafas. Me quedé impresionado al verlo pues sus grandes ojos están recubiertos de una especie de cataratas enormes, además de manchas blancas que le impiden ver. En sus manitas mantenía una pequeña toallita con la que se secaba las lágrimas que le salen continua y espontaneamente.

Su madre me contó la historia del niño que quiere estudiar, pero no puede leer. Ha insistido durante años al Director de la Escuela del Barrio de la Unidad, pero que si “la pandemia” y que si “tenga paciencia” y el niño ahí sigue sin poder leer ni escribir, y para colmo aguantando a una profesora que le dice que su hijo no aprende nada y que lo pasan de curso para no desanimarlo. A Leonel lo operaron en Malawi, primero de un ojo y luego del otro. Parece ser que la primera operación salió bien, pero en la segunda casi pierde el ojo derecho. Anita, su madre, me decía que se pasó todo el tiempo pidiéndole a Dios que no perdiera el ojo pues se le hinchó como un globo.

 

 

Cuánto sufrimiento para una criaturita de tan tierna edad, queriendo jugar com otros niños, queriendo correr y queriendo aprender… Anita me dijo que Leonel había dicho en una ocasión que quería aprender para luego enseñar a otros niños como él. Se me partió el corazón cuando me dijo eso.

Inmediatamente llamé a Miguel en Tete para saber cual debe ser el procedimento para entrar en la escuela para “Deficientes visuales” de Tete. Miguel me atendió y me abrió puertas. Me dijo que lo mejor es traer un documento de Acción Social para que tenga posibilidad de entrar en el internado, pues ya la matrícula se cerró. Hablé con la Directora del Hospital y me dijo que ella misma haría el documento, así que mañana haremos todo lo posible para que la próxima semana podamos matricularlo en la única escuela de la provincia que podrá hacer frente a su educación.

 

Tatenda! Todo comenzó en Ingenio, cuando un grupo de Cáritas decidió enviar a Mozambique unas cajas de gafas, sin otra pretensión que ayudar a quienes no pueden comprar gafas graduadas o de sol… Y mira por donde, que un niño llamado Leonel toca a mi puerta para pedir unas gafas, y si Dios quiere se llevará un porvenir, la posibilidad de estudiar… y quizá un día ser también profesor de otros niños y niñas que como él, no se quedan lamentándose de su enfermedad sino buscando formas de integrarla para después poder ayudar. Por estos niños que evangelizan y limpian mi mirada… Gracias, Señor.

viernes, 6 de enero de 2023

Los pobres dan sentido a mi presencia en África.

 Songo, sábado 31 de diciembre de 2022

Cumpleaños de Pepita Cabeza M. y de José Manuel Pérez G.

 

          


 

 Cuando ya el año tocaba a su fin, y pensando que nada nuevo ocurriría este día, surgió una emergencia. Manuela me llamó por teléfono diciendo que había una familia de siete hermanos que habían sido abandonados por sus padres, y que querían visitarlos. Así que, como no tenían coche me dispuse a acompañarlos para conocer de cerca la situación.

 

 

 

            Se te cae el alma al suelo cuando ves estas realidades. En verdad, la mayor tiene ya 20 años y dos niñas pequeñas a las que su padre biológico no acepta, así que ella vive con sus hermanos más pequeños. Viven en una casa de un señor que se las ha dejado porque él ya no vive por aquí, y así por lo menos alguien cuida de ella. La casa estaba abandonada y está en pésimas condiciones por fuera, así que no quiero imaginar cómo estará por dentro.

            Los niños se mostraban simpáticos. La hermana mayor se gana la vida “haciendo mechas”, es decir, colocando trenzas postizas a sus clientes, y por cada trabajo cobra 150 MZN (unos dos euros). Con ese dinero compra algo para la casa y así van sobreviviendo, … nunca mejor dicho.

            Con todo el cariño del mundo les dejamos allí algo de comida, carne, espagueti, sal, aceite… y muchos chupa-chups, que fueron como un regalo de Reyes.

 

            Tatenda! Llevamos años visitando familias y viendo pobreza, pero siempre aparece alguna familia que te pone los pies en la tierra. Sus sonrisas tiernas me alegraron el último día del año. Los pobres dan sentido a mi presencia en África, porque Tú estás presente en ellos; ellos son nuestra Navidad, los que nos llevan a Ti… Me sentí un pastorcito más visitando el portal, para verte, para adorarte, para quedarme prendido de Ti. Gracias por este último regalo de tu presencia en este último día del año.

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