martes, 16 de mayo de 2023

El Padre Pío

 

Tete, lunes 09 de mayo de 2023
 
 
El día fue más que completo. Pasamos por Marara Cachembe y me quedé impresionado por dos motivos en concreto: su gran población y el número de militares. Estábamos tan impresionados con la cantidad de militares que había merodeando por allí, que Don Diamantino me hizo parar el coche para preguntarle a uno si hoy venía el presidente. Su respuesta, con sonrisa incluida, fue: “No. Estamos en formatura”. No sé cómo traducirlo, pero simplemente estaban los efectivos militares que pertenecen a Marara Cachembe para hacer recuento. Nos quedamos con los ojos como chernes. La siguiente pregunta de Don Diamantino no se hizo esperar: “¿Y cuántos militares son aquí?” Respuesta: “Setenta”. Marara puede tener 5000 habitantes, pero cuenta con 70 militares, una barbaridad que nos habla del país en que vivimos donde la inversión en gasto militar es brutal.
 
De allí fuimos a Tete (voy a omitir mi paso por la Oficina de Turismo para declarar la artesanía que llevo, pues fue un episodio dantesco). Y a las dos de la tarde nos fuimos a Boroma. Están rehabilitando la misión las Comunidad Semillas del Verbo. Es una maravilla, porque están dando la vida, en una resurrección silenciosa, a una misión abandonada durante décadas. Disfruté de lo lindo y acabamos celebrando la eucaristía. Me pareció estar en otro mundo, pues la belleza del río Zambeze al atardecer en Boroma es un regalo divino.
 
Sin embargo, de este día destaco un encuentro. Cuando nos dirigíamos a Boroma vimos un camión, y a lo lejos distinguí una figura cada vez más especial en mi vida: el Padre Pío. En el camión, propiedad de la diócesis de Tete, venía el P. Sandro con otro señor, y habían pegado un cartel delante con algo escrito: Hospital móvil Padre Pío, y una foto suya. Don Diamantino me comentó que hay un voluntario que está por aquí trabajando en la salud de los pueblos. Por la noche, al llegar a la diócesis conocí a Pedro. Pedro es un señor eslovaco de Bratislava con una melena tan grande como su corazón. Irradia alegría, fe, entusiasmo por la vida, por la iglesia y por África, pero sobre todo por el Padre Pío. Estuvimos hablando del oro y del moro, pues es un excelente conversador. Fue jugador de fútbol y entrenador en la segunda división de fútbol de Eslovaquia. Tiene una hija de 9 años, aunque está separado. Actualmente trabaja como taxista, y se viene tres meses aquí para echar una mano. Nos contó que había llevado en el Hospital del Padre Pío a todos los niños de la calle que viven en Tete para darles un paseo a Boroma y jugar un partido de fútbol. ¡Increíble! Es todo corazón y entrega, y es de esas personas a las que les brillan los ojos de felicidad cuando cuentan sus historias de vida. Sólo podía dar gracias al escucharle. Yo estaba rendido de cansancio, pero el alma me pedía seguir con él charlando animadamente, así que estuvimos un buen rato de palique.



Tatenda! Qué lindo es Señor encontrar Pedros, nuevos Pedros como aquel que Tú llamaste para seguirte; hombres fuertes, emprendedores, entusiastas, llenos de fe y de amor por la humanidad caída, que buscan dinero donde no lo hay (pues lo gastan en el “Ministerio de Defensa”) para comprar medicamentos, para gasolina o para pagar personal médico en su asociación del Padre Pío… Gracias Señor por su lindo testimonio, por sus ojos brillantes hablando del Padre Pío, de los niños de la calle, del fútbol o de los curas que lo han visitado en Bratislava. Dame Señor el regalo de ser su amigo…

Enamorado de Mozambique y de África…

 

Songo, domingo 07 de mayo de 2023

No lo recuerdo bien, pero Bertold Bretch decía algo así: “Hay hombres que luchan un día y son buenos; otros luchan un año y son mejores; otros luchan muchos años y son muy buenos; pero los hay que luchan toda una vida… esos son los imprescindibles”. Hoy esta sentencia para mí tiene un nombre: Baba Alberto Font Castellà.
 
 
Veníamos de subir a la cruz del monte en el final de nuestra visita pastoral, muy felices por todo lo vivido esta semana con Don Diamantino, y al entrar en casa nos encontramos a Alberto preparando unos huevos fritos con delantal incluído. Alberto com sus 91 años y casi 66 vividos en Tete-Mozambique está hecho de otra madera.
 
 
 
El impacto fue tan bonito que todos comenzamos a reír, y algunos jóvenes le sacaron fotos, o se hicieron fotos con él al verlo cocinar. Fue la guinda del pastel. Es indescriptible lo que se puede aprender com un hombre así: espiritual, servicial hasta limites insospechables, cariñoso, firme en sus convicciones, entregado pastoralmente, enamorado de Mozambique y de África… Lo que el Papa Francisco llama “el santo de la casa de al lado”, pero con la dicha de que yo lo tengo en casa.
 
No sé si algún día me animaré a escribir sobre él, porque me falta tiempo, pero sería una pena que una vida tan plena, tan humana, tan de Dios, pueda caer en el olvido.


Tatenda! Acabó hoy la visita pastoral del obispo con una fiesta por todo lo alto, pero sin duda alguna, me quedo con la foto grabada en mi retina de este MISIONERO sirviendo vestido de Máster Chef a sus compañeros que venían cansados de subir una montaña. Señor, sé muy bien cómo lo cuidas y cómo él te ama, y también sé que ese amor mutuo será para toda la vida.