miércoles, 22 de marzo de 2023

BREVE TRIOLOGÍA 3 " NO SABEMOS QUIEN ES..."


 Songo, lunes 20 de marzo de 2023

 

 

Desde las 7 de la mañana salimos para la cárcel a buscar a los presos que irían a cavar la fosa. Esta prisión es diferente, tan diferente que los 5 presos se montaron en nuestro coche sin ningún funcionario de prisión, y nos fuimos solitos al cementerio.

 

Yo había cogido dos palas, dos sachos, un hacha y dos baldes para que pudiesen abrir la tumba. Con nosotros también fue Julio Adolfo que es el animador de la comunidad Mártires de Uganda, y dos familiares de Eufrasio para elegir el lugar donde cavar. Al llegar al cementerio nos enteremos que Eufrasio sería enterrado junto a una hermana que había fallecido hace unos años, y que era menor que él. Acabamos por escoger un terreno entre su hermana y un sobrino. Adolfo y yo nos fuimos y dejamos a los presos cavando, para prepararles el desayuno, porque la recompensa de los presos es la comida. De hecho, los presos que son elegidos para este trabajo son los que la prisión premia por su buen comportamiento.

 

Una vez en mi casa les preparé bocadillos y té, mientras que Adolfo les preparó xima y pescado. También tuve que escoger ropa mía para poder vestir a Eufrasio, pues la familia no tenía nada. Regresamos al cementerio y les entregamos el desayuno. Habían cambiado de lugar porque encontraron una gran roca, y abrieron una segunda fosa al lado de la primera.

Le entregué la ropa a la familia que estaba dando un baño y preparando el cuerpo de Eufrasio. A las 10H:30 ya estaba preparada la tumba y también el difunto, así que me fui al hospital para rezar con la familia. Él no era católico, su madre es bautizada en la iglesia Metodista, pero creo que no es asidua a su iglesia y acabamos un grupito de católicos rezando por Eufrasio, mientras su madre no paraba de llorar.

Nos fuimos al cementerio de Canchenga con solo dos coches, el fúnebre y el mío. Allí rezamos, enterramos a Eufrasio y luego llevamos a los presos de nuevo a la cárcel. Un entierro muy triste, y todos los entierros lo son, pero las circunstancias lo hicieron aún más fúnebre y doloroso.

 

 

Tatenda! Por toda la gente que nos ayudó: los presos, los del hospital, la comunidad Mártires de Uganda, etc… para por lo menos dar un poco de consuelo a esta madre que nunca olvidará al hijo de sus entrañas, y al que ya perdonó todos sus pecados, para que ahora Tú lo recibas limpio en tu Reino… “Vengan a mí los que están cansados y agobiados que yo los aliviaré”… “Entren, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y fueron a verme…” Señor, Tú hoy eres Eufrasio que ha venido a nuestras vidas para hacernos sentir la injusticia de esta humanidad, y para que nunca olvidemos solidarizarnos con el hermano que sufre.

BREVE TRIOLOGÍA 2 " NO SABEMOS QUIEN ES..."

 

Songo, domingo 19 de marzo de 2023 San José, esposo de María

 

Tanto en la misa de ayer sábado como en la de hoy domingo, informé de lo sucedido a toda la asamblea con la esperanza de que alguien conociese a este señor, pero inicialmente todo fue infructuoso. Sólo a eso del mediodía comienzan a llegar informaciones de personas que lo habían visto rondar por esta zona del Planalto los días anteriores, pero nadie sabía su identidad.

 

Por la tarde, un guarda de seguridad privada me dice que se había encontrado con un señor en muy mal estado (con vendas en la cabeza y que casi no hablaba) y que le dijo que se llamaba Florentino. Luego descubrimos que le había engañado, pero fue una pista para descubrir su identidad, pues Florentino era su hermano. Sobre las 18H ya se supo quién era el hombre desconocido: Eufrasio (que curiosamente significa “el que habla bien”), natural de Nhandoa, y que había huido del hospital donde estaba ingresado (de ahí las vendas que tenía en los brazos y en la cabeza).

 

El cerco se iba cerrando, hasta que finalmente, a eso de las 20H:00 apareció su familia. Todo un poema de pobreza. Su madre no paraba de llorar mientras contaba la historia de su hijo, que la hizo sufrir hasta límites insospechados. Ella no tenía nada: ni ropa, ni dinero, ni casa… nada. Me pedía que me hiciese cargo de su entierro, porque no tenía ni siquiera ropa para su hijo difunto. Nos contó que es la tercera mujer de un hombre que la hace sufrir y que se ha desentendido de este hijo. Eufrasio deja tres hijos pequeños.

Siento que puedo describir lo que pasa, pero no las emociones que me asaltan al ver una historia más de sufrimiento de este pueblo. Llamé a la cárcel para pedir un grupo de presos para cavar su tumba, y llamé al hospital para tramitar un cajón de beneficencia y el transporte del cuerpo al cementerio. Nos despedimos con una amargura que aún ahora me cuesta digerir.

 

 

Tatenda! ¿Cuánto puede llegar a sufrir una madre? ¿Cuánto dolor cabe en un corazón destrozado por tantas cuchilladas? Estoy sin palabras… sólo las lágrimas me ayudan serenar el corazón. Mañana estaremos desde muy temprano con esta familia, con esta madre sin consuelo y rota porque se preguntará qué hizo mal para todo acabase así. Ella estuvo varios días buscándolo y no lo encontró. Nos contó que en una ocasión Eufrasio le dijo que vendría a la Iglesia para morir en manos de los padres, y así lo hizo. En nuestras manos que son tus manos: nuestras manos al servicio de tus manos de Madre.

BREVE TRIOLOGÍA 1 " NO SABEMOS QUIEN ES..."

 

Songo, sábado 18 de marzo de 2023

 

Venía de Chitima muy cansado de una reunión maratoniana de la vicaría que comenzó a las 09H:00 y sólo nos levantamos a las 14H:30 para comer y salir pitando para la catequesis. Llegamos a Songo eran las 16H:15 más o menos, y estaba todo el patio de la iglesia a reventar de niños y jóvenes, por lo que entré despacito y vi junto a una sala unos policías. Pensé que estaban allí para dejar o recoger a sus hijos, así que seguí hasta mi casa para aparcar el coche, sin saber que ya había comenzado un suceso de terror de los que sólo pasan en África.

 

No hice sino bajar del coche y ya tenía a un catequista a la puerta, que me saludó para luego comunicarme lo sucedido: un catequista abrió la puerta de la sala 13 y se encontró a un hombre ensangrentado tirado en el suelo, rodeado de sus propias heces y orines. Los catequistas llamaron urgentemente a la policía y ésta cuando llegó quería llevarse detenido al catequista por secuestro. Hubo mucha tensión, pero lo urgente era llevar al hombre desconocido al hospital porque estaba muriéndose.

 

 

Yo me fui directo al hospital para ver al enfermo, y me quedé de piedra. Un hombre cadavérico, con suciedad de meses sin ducharse y en estado crítico. Estaba tan mal que ni hablaba, y nadie sabía quién era. Le dejé al enfermero mi número de teléfono por si pasaba algo. Venía cansado, pero los nervios me hicieron olvidar la paliza de la reunión y del viaje.

El tiempo se me echó encima y vine directamente para la misa, pero no se me quitaba la imagen de aquel hombre agonizante, y mi cabeza daba vueltas sobre cómo había podido entrar en aquella sala y cuánto tiempo podía llevar ahí. Pues el aspecto del cuarto era como si estuviese allí desde hacía días. Después de la misa llevé a las monjas a su casa y veo una llamada desconocida: me informaban desde el hospital que el señor había fallecido. Me quedé de piedra. Así mismo me fui directamente a la policía para comunicar lo sucedido y me sorprendió que no mostrasen interés ninguno.

 

Tatenda! No sabemos quién es este hombre de unos 30 años; no sabemos cómo entró en aquel cuarto ni cuánto tiempo llevaba agonizando en soledad; no sabemos qué hacer ahora después del shock y qué pasará en estos días que siguen. Todo está en tus manos… él está en tus manos. Creo firmemente que vino a la iglesia para buscarte a Ti en su momento final… y ya te encontró. DEP

jueves, 9 de marzo de 2023

Es imposible describir con palabras lo que se siente allí

 

Songo, domingo 05 de marzo de 2023

 

            Los contextos diferentes hacen que las mismas experiencias sean muy diferentes. Hoy simplemente me fui a dar un baño con las niñas en una naciente de agua que baja por las montañas. Cuando estábamos en el tiempo de COVID hacía lo mismo con los otros ocho niños y niñas que estaban entonces en el internado: Yuri, Sarita, Jacinto, Ana Bela, Gerito, Florinda, Estélio y Calimo. Después de que pasan las lluvias, las montañas continúan manando agua durante meses, así que me voy con ellas a Caliote y allí pasamos la tarde.

 

            A simple vista es un paseo, con baño en el río. Sin embargo, para ellas y para mí es mucho más. En primer lugar, es de las pocas veces que estamos en plena naturaleza disfrutando de la creación. Es imposible describir con palabras lo que se siente allí: el agua a raudales; árboles y arbustos que nos envuelven; el silencio roto por el río; los pájaros, las libélulas y otros bichitos revoloteando por todas partes; las niñas todo el tiempo gritando de alegría… y yo con el corazón a cien, sentado observándolo todo.

 

            En África no está bien que un sacerdote esté en pantalón corto, y confieso que me da un poco de vergüenza, pero era la única manera de que se metieran en el agua. Una vez que rompí esa barrera, todo fue una gran fiesta que duró más de una hora. Me dio pena sacarlas del agua porque se lo estaban pasando pipa. Pude ver que las niñas de aquí son idénticas a las canarias, pues aún estando tiritando de frío, no quieren salir del agua y dejar sus juegos infantiles.

            Con nosotros estaba una joven cuidadora, Ebinete, y eso me hacía sentir un poco más seguro, porque las niñas corren sobre las piedras resbaladizas como auténticas gotas de agua, mientras que yo iba dando cada paso como si me fuese a caer una y otra vez. Me hacen sentir viejísimo, pero también muy feliz.

 

Tatenda! Señor, hoy puedo decir que he gozado como un enano. Las niñas necesitan espacios de libertad, de alegría desbordante, de juegos en el agua, de contacto con la naturaleza… porque en todos esos lugares estás Tú.

miércoles, 1 de marzo de 2023

Él solito vino a mi casa para abrirse camino en la vida

 

Songo, lunes 13 de febrero de 2023

 

            Edú estaba esperándome sentadito en el garaje. Inicialmente no lo reconocí, porque ya hacía mucho tiempo que no lo veía y a esas edades cambian mucho. Ya tiene unos 14 años. Su historia es dura, pues hace dos años se murieron su padre y su madre, y sus abuelos fueron a Changara y se lo trajeron a él y a su hermanito pequeño Ide, mientras que los mayores se quedaron con otros familiares.

            El año pasado fue toda una gimnasia poder matricularlo porque llegó fuera del plazo de matrícula, y para ponerlo todavía más difícil, su nombre en la documentación de la escuela (Esaquiel) no coincidía con el de su inscripción en el registro (Edú). Después de solventar ese problema lo matriculamos y acabó el 7º curso.

            Cuando se levantó vi que tenía su expediente escolar en las manos, así que después de saludarlo, le pregunté qué quería. Me dijo que quería matricularse en el instituto. Nos subimos al coche y fuimos conversando por el camino. Le pregunté por sus abuelos y me dijo que ambos están en el campo (aquí debo explicar que, para tener una buena cosecha, todos los agricultores en el tiempo de lluvias, permanecen en sus tierras porque son arrasadas por los monos, y se quedan allí día y noche). Le pregunté si les habían dejado comida y me dijo que la harina que les dejaron se había acabado, pero que ellos comían en casa de los vecinos.

            En la escuela secundaria me recibió el director y me dijo que la matrícula había finalizado el día 21 de enero, y que estaban con una media de 85 alumnos por clase en octavo curso. Inmediatamente pensé en mis hermanos, si tuviesen que dar clases con toda esa multitud de chiquillos. Le pregunté a Edú porqué no había venido antes, y me contestó que estaban en Changara (a unos 150 km) y que no tenía dinero para el transporte, y por eso se tuvieron que quedar más tiempo hasta que consiguieron dinero para pagar la guagua.

El director de la Escuela Secundaria de Songo me dijo que fuese a la Escuela Primaria Creadora del Hombre Nuevo, donde tienen salas anexas, para ver si allí estaban en mejores condiciones y así poder matricularlo. De nuevo al coche, y de nuevo charla con el director de la otra escuela. El panorama era el mismo o incluso peor, porque ni siquiera tienen suficientes profesores. Él mismo llamó a la directora de la Escuela de Canchenga, para plantearle el caso, porque también allí han creado otra sala anexa de la Escuela Secundaria de Songo. La directora aceptó a Edú, y aprovechó para pedirle al director más profesores para su escuela porque tienen todos los primeros con más de 80 alumnos, teniendo en cuenta que es su primera vez en la escuela y los niños y niñas no tienen hábitos adquiridos, ni siquiera han cogido un lápiz en su vida. Yo escuché la conversación mientras respondía interiormente a mis preguntas sobre la nefasta calidad de la educación en Mozambique.

            De allí nos fuimos a Canchenga donde, después de pagar unos dos euros, recogieron sus papeles y quedó matriculado. En el coche le volví a preguntar a Edú por su hermanito Ide que ya tiene 6 años. Me dijo que está matriculado en la Escuela Primaria de la Libertad, donde están las niñas del internado, pero que no ha ido a la escuela porque no tiene cuaderno, ni lápiz ni uniforme. Edú tampoco tenía nada, así que nos fuimos directamente a un taller de costura para que le hicieran dos uniformes. Mañana vendrá otra vez con su hermanito para resolver la cuestión de uniformes y material escolar.

 

            Tatenda! Edú es uno de tantos niños mozambiqueños. Un niño sin padre ni madre, con sus hermanos dispersos, viviendo con sus abuelos en la extrema pobreza y ahora solitos día y noche, teniendo que comer en casa de los vecinos -que muestran su gran corazón-, sin material para la escuela y con la ropa que era un poema… Miré sus notas del año pasado y sentí que lo aprobaron por obligación, pues el ministerio de educación exige un altísimo número de aprobados. Hoy te doy gracias porque en medio de todo esto, él solito vino a mi casa para abrirse camino en la vida, para poder seguir estudiando, para poder seguir creyendo en la vida, apostando por su futuro. Es un niño, pero sabe luchar por él y por su hermanito. Dales tu fuerza para que nunca dejen la escuela, y dame sabiduría para poderlos acompañar en libertad.