domingo, 12 de febrero de 2023

Comienzo una nueva andadura más paternal en esta parroquia

Songo, jueves 01 de febrero de 2023

 

    Tres jóvenes me vieron salir de mi casa y vinieron corriendo hacia mí y gritando:

“¡Padre, padre!”. Yo estaba con prisas porque ya faltaba poco tiempo para la misa. Ellos son tres monaguillos de la parroquia: Helder, Marinho y Moveta. Tres adolescentes muy activos y que venían sonriendo muy felices. Me detuve los saludé y les pregunté: ¿Qué tal están? La respuesta no se hizo esperar: “Bien, vinimos sólo para saludarlo”. 

 

 

 Nosotros llegamos ayer bastante cansados, y yo quizá un poco acelerado porque se me viene encima todo el curso pastoral y no tengo casi nada preparado. Toda esta mañana he estado atendiendo “urgencias” porque me llovían las llamadas, las visitas y los mensajes pidiendo esto y aquello, para el internado, para las escuelas, para los albañiles, etc… Así que cuando se me acercaron estos chiquillos sentí como si el mundo se parase por un momento.  

 

 

Ellos estaban muy felices y se les notaba de lejos. He pasado unos quince días fuera y ellos sentían la alegría del regreso, como cuando un padre vuelve a casa después de un tiempo fuera. Me sentí querido y agradecido por este sencillo gesto, y me di cuenta que la vida se detiene cuando te encuentras con alguien; el tiempo se detuvo y nos regaló un instante de plenitud.


Tatenda Baba! Aquí a los curas nos llaman “padre”, y hoy estos jóvenes me hicieron sentir que en verdad soy un padre, y que ellos son mis hijos. Estos chicos con su espontaneidad juvenil me han ayudado a conocerme un poco más, a saber quien soy para ellos. Oiga cientos de veces al día que me llaman “padre”, pero hasta ahora creo que sólo me sentía cura. Hoy puedo decir que comienzo una nueva andadura más paternal en esta parroquia que Tú, Padre Bueno, me has confiado.

 

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