lunes, 22 de julio de 2013

No se puede hacer casi nada por evitarlo




Missão, sábado 09 de Março de 2013
                Hay días en que me siento derrumbado emocionalmente, y hoy fue un día de esos. No sé hasta cuándo una persona puede aguantar ver tanto sufrimiento y ver que no se puede hacer casi nada por evitarlo.
                Antes de salir de la Misión vino Júlio para hablar conmigo sobre su hermano Salomone. Se está muriendo y un “médico” le pide 6000 mt para curarlo. Por la tarde, lo llevé al hospital de Sábiè y el enfermero le dijo que lo estaban matando con las medicinas que le vendió ese tal “médico”, porque le estaba dando pastillas para la tensión cuando él no tiene problemas de tensión sino de Sida, Tuberculosis y una tremenda cirrosis hepática. Se está muriendo y no podemos hacer ya nada por él. Es la vida de un joven cuya pobreza no le dejó ver que el alcohol no era una salida, sino un pasaporte para la muerte.
                En Matukwanyana nos encontramos con una niña de unos 8 años ardiendo en malaria con casi 40ºC; por otro lado, una joven de piel y huesos que parecía arrastrar su alma; y para rematar la jugada nos presentaron a una señora con un bebé y su padre. La mamá del bebé falleció en el parto. Su bebé no pesa 3 kg y ya tiene casi 2 meses. La sra. Regina vino a misa y, aunque parece estar mejor, sigue arrastrando su alma. Además, en los avisos nos reclaman la apertura del Puesto de Salud y no podemos hacerlo.

                En Mavungwana las Hermanas preguntaron por la niña de Khensani, y nos dijeron que está peor. Alcino tiene un tumor en un ojo que casi no le deja ver, y parece que ya se opera el día 12. Al regresar pasé por la casa de los dos jóvenes que fueron asesinados mientras cazaban rinocerontes. Había estado en esa casa en diciembre, porque fue allí donde celebramos el bautizo de los hijos del Sr. Mabote.
                No sé si veo sólo la parte negativa de la cuestión o es que no existe parte positiva. Estos encuentros confieso que me comen la moral.

                Inkomu! Mi fe me dice que Tú estás en cada cruz y en cada crucificado. Ninguno de ellos lleva culpa, son todos inocentes y todos llevan las marcas del crucificado. Ya me dirás qué hago aquí, qué debo hacer, qué debo ser.

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