miércoles, 9 de febrero de 2011

Una ternura sin límites...




Koboko, terça-feira 26 de Outubro de 2010
Lc 13, 18-21

Pasé la mañana en casa: hice un potaje de lentejas, una sopa y luego lo congelé todo. Por la mañana recibí la visita de Simbine con quien tomé un café, charlamos y vimos unas fotos.

Luego, vino el sr. António, a quien siempre le he tenido un especial afecto porque tiene una cara de bonachón que se la pisa. Siempre sonriente, gordito, grandullón y con carita de niño bueno. Quería que le llevase al sr. Vasco unas botas, pero sobretodo lo que le preocupaba era confesarse. Así cerré la puerta y celebramos el sacramento de la reconciliación. Fue emocionante y disfruté al sentirme “padre” que intenta transmitir con torpeza la ternura del Buen Dios, del Padre Bueno. Es el sacramento donde me siento más sobrepasado por la gracia de Dios, ya que sin saber ni cómo, entro en el misterio del otro que me revela mi propio misterio de barro y gracia, y al mismo tiempo me invade una ternura sin límites.
Acabé invitándolo a un chupito de Amarula (un licorcito de plátano buenísimo) para celebrar “la vuelta a casa”.

También celebré misa en casa de las Hermanas y allí agradecí este pequeño signo del Reino, esta levadura, este grano de mostaza que es la amistad, el sacramento del perdón…

Inkomu! Son casi las 10 de la noche y me siento lleno de energía, de vida, de alegría. Ahora tendré que descansar pero espero que mañana en Mavungwana dé lo mejor de mí y lo mejor de Ti: tu ternura entrañable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

GRACIAS PADRE POR ACERCARME A MI HERMANA AURORA A TRAVÉS DE ESAS FOTOS Y RELATOS, GRACIAS PARA MI ES MUY IMPORTANTE PODER VERLA, DE VERDAD. SE LO AGRADEZCO DE CORAZÓN. QUE DIOS LE BENDIGA. PURI