jueves, 29 de marzo de 2012

Primera misión del IEME en África





Zimbabwe-Hwangue, Monday 16th of January 2012
Tras otro desayuno ingles con pan de molde y corn-flakes, porque aquí no tiene “pan normal” ni gofio, nos pusimos rumbo a Dete. Allí nos recibió José Luís Ruiz con gran alegría. Estuvimos conociendo el complejo parroquial con escuela incluida, casa de las Hermanas Calvarias y Asilo de Ancianos.
Nos llevó a comer a un restaurante con plato único pero muy enjundioso. El café nos lo tomamos en la casa parroquial. También visitamos el Seminario Diocesano donde comenzará a trabajar este curso José Luís Ruiz como ayudante del Director Espiritual. Junto al Seminario está la tumba de Gomis, a la que nos acercamos para rezar.
Paramos en Santa María (Sant Mary), primera misión del IEME en África y lugar que evoca al obispo Prieto. Una antigua misión venida a menos, pero con reminiscencias de grandiosidad y llena de historia.
De ahí nos fuimos a Hwange, al Palacio episcopal. Nos acogieron Serrano y Alarcia. Es la primera vez en mi vida que duermo en un Palacio Episcopal, claro que se notaba que era africano: todo dentro de una austeridad y una pobreza, de la que ni siquiera puedo presumir en mi casa (por ejemplo, la lámpara de mi mesilla de noche era una botella con unos alambres que mantenían la bombilla).
Serrano es el obispo, pero su extrema sencillez le hace parecer más bien el monaguillo. Es todo bondad y ternura, su voz despierta la atención por la dulzura con la que habla, además tiene un humor muy fino. Un auténtico santo, no me cabe la menor duda.
Alarcia nos llevó al Baobá donde nos tomamos unas cervezas y unos refrescos por un dollar con una vista preciosa y a la sombra de un árbol de más de 600 años.
Inkomu! Hwangue es una ciudad minera. El carbón es la mayor fuente de riqueza, pero la vegetación es asombrosa y disminuye el impacto de las minas y las fábricas. Una vez más te doy gracias por estos compañeros de Dete y Hwangue, porque me evangelizan con su modo de ser y de vivir. Para quienes nos movemos por estas latitudes es fácil ver quién mantiene un estilo evangélico y quien lo disimula. Ellos viven el Evangelio.

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