domingo, 9 de junio de 2019

En la misión no hay lunes al sol, ni día del zapatero, ni días propios…


Songo, segunda-feira aos 8 de abril de 2019
  
            Me está costando levantarme por la mañana. Se me pegan las sábanas. Comienza a refrescar por la noche y me da pereza dejar la cama, aunque estoy despierto leyendo o escuchando la oración de «rezandovoy» en la tableta.
En la misión no hay lunes al sol, ni día del zapatero, ni días propios… todo tu tiempo es para la misión. Cada día el primer ejercicio es orar. Aunque me cueste ponerme en pie, luego agradezco entrar en nuestra pequeña capilla para la oración de laudes con Alberto. Forma parte de nuestra rutina diaria de lunes a domingo.
Es la primera etapa en mi vida en que tengo laudes y misa todos los días, y la verdad es que noto que mi alma lo agradece. Comenzar y acabar cada día haciéndome consciente de tu presencia amorosa son un verdadero regalo de sentido para mi misión


Tatenda! Aunque Alberto no lo sepa, rezo por él. Todos los días, él ya me espera en la capilla porque, a diferencia de mí, él no tiene pereza en levantarse. Cuando me siento, mira su reloj y enciende la luz… Es todo un ritual. Yo dirijo siempre la oración, y siempre me sorprende su increíble atención a todo. Es un hombre fiel y constante, que vive dentro de una rutina diaria que le ayuda a mantenerse en forma. Lo has puesto en mi camino para que aprenda estas cosas simples de la vida: fidelidad, constancia, amor al trabajo, coherencia de vida, entrega hasta el fin, celo pastoral, servicialidad…

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