viernes, 8 de septiembre de 2023

Por toda la gente en Canarias que mantiene esta escuela de troncos y barro

 

Songo, martes 05 de septiembre de 2023

Santa Teresa de Calcuta

 


            El calor intenso desde las siete de la mañana marcó el comienzo del verano. Tengo en el corazón todo un mar de sensaciones, después de pasar un día en Chodzi. Viajar por el río, compartir los avances con el alumnado de nuestra escuela y finalmente la gran fiesta de los bautizos, primeras comuniones y bodas, han hecho de este día, un verdadero regalo del Cielo.

 

            Fui a Chodzi con la profesora Manuela, que es la formadora de nuestros profesores Eulane y Olivio. Para ella fue una gran experiencia, pues era la primera vez que iba a Maravia atravesando el río Zambeze. Fue una verdadera gozada. Alumnas y alumnos de la escuela le mostraron sus avances en portugués y matemáticas, y luego ella se dirigió a todas las mujeres, jóvenes y niñas allí presentes. Fue una verdadera lección de humanidad, una especie de lección magistral que únicamente pretendía devolverles su dignidad, darles fuerza para seguir luchando, abrir sus mentes y sus o
 
 


jos para que vean un poco más allá de su minúsculo mundo de la maternidad, el agua, el fuego, la casa y la tradición. No sé qué habrán podido incorporar, pero el mensaje de una mujer luchadora hablándoles de tú a tú, es un testimonio que les entusiasmó, hasta el punto de que le regalaron un baifo.

            Manuela se quedó impactada con las tres bodas sin anillo, sin trajes ni peluquería, donde todo era extremamente normal. El ambiente de alegría fue la señal inequívoca de que estábamos celebrando la fiesta todas las fiestas. El banquete era de toda la comunidad, donde cada uno trajo algo: harina, gallinas, una cabra montesa, arroz, leña, agua… y se nos fueron las horas sin darnos cuenta.

            En la misa leyó una joven. Es la primera vez en cinco años que llevo aquí, en que veo a una mujer leyendo en las comunidades rurales de Maravia. Me quedé impresionado, porque es alumna de nuestra escuela. Es un hermoso fruto que merecía ser valorado, y al final de la misa, delante de todos, la llamé y la puse como ejemplo para todas las niñas presentes, y le di un regalo.

 


            Tatenda! Llegué a casa entrada la noche, tan feliz que ni noto el cansancio. Feliz porque veo que vale la pena apostar por la educación. Me emocionó mucho escuchar a Linda, y hoy te doy gracias por ella, por sus maestros, por toda la gente en Canarias que mantiene esta escuela de troncos y barro, pero una escuela que sueña, juega, abre horizontes nuevos y mira al futuro con esperanza de que un día amanezca una Linda humanidad en fiesta.

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