Balama-Cabo Delgado, miércoles 10 de enero de 2024
Ya hace unos días que estoy en Cabo Delgado, y todavía me impresiona ver el ejército desplegado por toda esta zona. Coches con metralletas, hombres y mujeres armadas hasta los dientes, militares uniformados de Ruanda y de otros países, son nuestro paisaje más habitual.
Estar con Estrella es una gracia, porque ella ni habla del tema, lo ha incorporado a su rutina y noto que no le afecta como a mí. Ella me transporta para otros asuntos y me distrae la atención de la guerra: su asunto son los pobres, los enfermos de lepra, el evangelio, la Casa de la Providencia, las misioneras y la iglesia. Hemos venido a Balama, pasando por Montepuez y Namuno, donde tuvo una reunión con su equipo de voluntarios contra la lepra. Aquí las combonianas nos acogieron con inmenso cariño y esta noche dormiremos en su casa, para mañana partir después de la misa.El testimonio de las Hermanas combonianas abre el corazón a cualquier misionero. Uno de sus proyectos es acoger a mujeres jóvenes desplazadas por la guerra, para escucharlas, acompañarlas y descargarlas del horror del terrorismo. Nos contaba María del Amor que algunas de ellas habían visto como les cortaban la cabeza a sus maridos para luego cocinarlas a fuego… Escucharlas me ponía la piel de gallina y me solidarizaba con las víctimas y con estas religiosas.
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