martes, 7 de septiembre de 2010

Que no juzgue Señor...


Koboko, sábado 29 de Maio de 2010

Del tiempo vivido bajo el Sol de hoy me gustaría recordar lo aprendido. Falleció esta madrugada una niña de unos 3 meses que era gemela. A las 6.00h me comunicaron la triste noticia de la muerte de este angelito, hija del sr. Albino. Me dijeron además que ese matrimonio tuvo otras dos gemelas y también murió una de ellas. Pregunté cuál sería el programa y me dijeron que a mi vuelta de las misas ya me dirían.
Cuando regresé le pregunté a Wate y me dijo explicó lo que manda la tradición en estos casos. En primer lugar, la enterraron esta misma mañana. Sólo fueron mujeres a su entierro, y no se pueden mostrar sentimientos de dolor. Al contrario van a enterrarla como si cualquier cosa, como si fuese un acto cotidiano, donde no se habla de nada triste. No se reza ni se canta, ni se hace ningún tipo de acto que indique muerte, dolor o duelo. Dicen que la tradición lo manda así porque si no la otra hermana corre peligro de morir.
Luego salió otra conversación sobre una tradición de curanderos. Esta semana se murió un curandero de Koboko en casa de un curandero de Magude a donde fue a curarse. Me contaron algo “increíble”: los curanderos se entierran de la siguiente forma. En primer lugar, se cortan la patas de una silla y la dejan tipo taburete, luego se viste al curandero con todos sus atuendos y con todos los utensilios que usaba para sus trabajos. Cavan la fosa y ponen la silla, donde luego lo sientan. Lo entierran sentado con sus atuendos, sus plumas, sus huesos o patas de conejo… sin cajón. Lo sientan y le ponen todo en las manos, lo inclinan hacia adelante y comienzan a echar la tierra.
Todo esto lo aprendí al venir de Joni, porque visitamos a este nuevo núcleo de San José.

Inkomu! Estar con los oídos atentos para seguir aprendiendo cómo se entiende y se vive la muerte según seas gemela o curandero. Cada cual tiene su forma de ser enterrado. Me resulta difícil de entender cómo enterraron al bebé y cómo enterraron al curandero, sin embargo, todo forma parte de una cultura, de una cosmovisión nueva para mí, pero ancestral y arraigada en este pueblo. Que no juzgue Señor, sino que acompañe; que sientan siempre que deseo aprender y conocer, para luego poder evangelizar.

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