martes, 21 de diciembre de 2010

Como trabajan los pescadores



Koboko, domingo 26 de Setembro de 2010

Lc 16, 19-31



Después del trajín de los domingos: misas, almuerzo-descanso, ir al río a lavar el coche –donde recibí una llamada de Fefi y Bartolo-, tomar un refresco con los amigos… fui a acompañar al sr. Costa Júlio a su casa.

Allí me abrió su corazón. Costa es pescador, tiene una mujer y dos hijos pequeños, aunque quiere tener uno más. Es natural de Guijá, y se ha movido mucho por el país. Habla perfectamente Chisena, Chinyungwe y algo de Chindaw, aparte de Changana. Llegó aquí en 1992 para pescar, y desde entonces reside en Korumane. Es flaquito y sonriente, y muy amigo de sus amigos.

En medio de la oscuridad, junto a su casa de ladrillos que todavía no tiene techo de planchas, sino un apaño temporal, me dijo que no estaba bautizado y que su sueño es poder bautizarse y casarse en la Iglesia Católica. Él participa en un grupo de jóvenes adultos, junto con su mujer. Me dijo que aquí yo soy su madre. Me encantó, porque lo normal hubiese sido que dijese que yo soy su “padre”. Me dijo también que desde que acabe la casa quiere que la bendiga, y que está ansioso de ir conmigo a pescar al río para que vea cómo trabajan los pescadores.



Inkomu! Porque en el río con Fefi y Bartolo refresqué la amistad, y luego con Ernesto, Simbine, Costa y Samuel brindamos por la amistad. Y por el regalo de este joven Costa que al igual que Lázaro debe tener su cuerpo cubierto de llagas, pero al mismo tiempo su corazón limpio y tierno para Ti, Señor.

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