martes, 12 de marzo de 2019

Contemplando y dando gracias al Creador


Songo, quarta-feira aos 20 de fevereiro de 2019
50º Aniversário de Juan Antonio del Río Rodríguez




            Regresé de Tete con el Hermano Pablo, que es de esas personas que da gusto conocer: sensible, trabajador, creyente, sincero como el agua clara, sencillo… una joya. Durante el camino no paramos de conversar, pero hubo un momento de contemplación cuando llegamos a un lugar, y él me interrumpió diciendo: «Mira las montañas». Se veía al fondo una pequeña cordillera de montañas, todas verdes y llenas de vida, formando un paisaje espectacular. Nos quedamos unos segundos en silencio, contemplando y dando gracias al Creador, y luego seguimos hablando de lo hermosas que son las montañas.
            Este episodio fue el reverso de lo que viví mientras estaba buscando una ferretería para comprar alambre para el tendedero del Internado. Estaba en una de las calles más concurridas de Tete, y cuando salí de la ferretería me sentí rodeado y acosado por muchos jóvenes que me apretujaban. Noté una sensación extraña, y uno de ellos, que estaba a mi derecha comenzó a decir: «La tienda, en la tienda, aquella tienda…», intentando captar mi atención. Cuando de repente noté que otro joven que estaba a mi izquierda estaba sacando mi móvil del bolsillo. Inmediatamente le di un golpe a su mano y metí mi mano en mi bolsillo para comprobar que todavía tenía el móvil. Todos salieron pitando, en todas las direcciones y me quedé sólo en medio de la acera. Fui tras uno del que metió la mano en mi bolsillo y le dije que era un «confuso», pero se hizo el sueco. Revisé mi mochila para comprobar que nadie se había llevado mi cartera, y seguí mi camino.
            Recordé que esa misma táctica fue la que siguieron los jóvenes que me robaron la mochila en la Avda. 24 de Julho en Maputo, pero esta vez nos les funcionó. Sentí que algo raro estaba ocurriendo y supe reaccionar a tiempo. Lo cual me ha venido bien para prepararme para mis futuras visitas a la capital.
           
            Tatenda! Tuve tiempo de llegar a Chitima con Pablo, tomarnos un café con polvorones de las Clarisas de Antequera-Málaga con el Pe. Ítalo, que es un hombre dulce y sereno, con una sonrisa eterna en su rostro, y además llegué justo a la hora de misa para no interrumpir las misas gregorianas por Pedro, José y María del Pino. Creo que esa multitud de santos del Cielo y otros que pisan esta tierra, hoy me han ayudado a no dejar de darte gracias por tu gran bondad.

1 comentario:

Unknown dijo...

Yo pence que no roban, pero los curas con dos o más parroquias tienen mucho dinero, qué más da!!!!