sábado, 26 de agosto de 2023

Sobrevivir es parte de una lucha sin cuartel

 

Songo, lunes 21 de agosto de 2023

 

 

            Dos bebés marcaron este día en el que sólo tuve un respiro en la siesta. Por la mañana apareció en casa un señor con un niño de 14 años. Nos sentamos y me empezó a contar una historia que me sonaba. Su hija había muerto hace poco tiempo y dejó 4 hijos, siendo uno de ellos un bebé de ocho meses. Me vino a pedir ropa y azúcar para la papilla que le hacen con harina de millo.

            En la conversación fui descubriendo quien era esa joven, y no era otra que aquella que encontré agonizante en el río. Ella vivía en Chiringa, pero era natural de Mulumbua. Según cruzamos el río Zambeze, pasamos de una cultura patriarcal a una matriarcal, y consecuentemente los hijos de esta joven recién fallecida se los llevó su padre. Este señor es ciego, y ha asumido a sus cuatro nietos, en su absoluta pobreza.

            No le vi triste, ni hundido, sino buscando soluciones para salvar a estos cuatro niños, pero de forma especial al bebé. Le compré leche para bebés y azúcar, pero en estos días hablaré con la comunidad de Mulumbua para ver otra solución para ese bebé, pues ahí corre el riesgo de morir.

 

            A las 14:50 me sonó una alarma recordándome que tenía que ir al hospital y estaba tan estresado que pensé en no ir, sin embargo, fui. Visitamos primero Medicina Interna, luego Cirugía, y cuando ya nos íbamos, la doctora Elisa nos dijo que fuésemos a Pediatría porque había un “caso social” (esta expresión portuguesa, siempre que la escucho, me recuerda la película cubana “Lista de espera”, y me da por reírme para dentro). El panorama que encontramos era triste: un bebé de unos 4 meses que había sido abandonado por su madre en un pueblo rural llamado Nhandoa. Había estado al borde de la muerte, totalmente desnutrido, pero se recuperó un poco. En el Hospital hablaron con el padre del bebé que se llama Felício, para que lo entregase a alguna familia hasta que fuese un poco mayor y pudiese comer de todo, pero él se negó. Estuvimos charlando largo rato, pero no conseguimos convencerlo. El sábado tengo que ir a Nhandoa y lo visitaré.

 

            Tatenda! Qué dura es la vida aquí desde sus más tiernos comienzos. Aquí se cumple la ley de Darwin por la que triunfa el más fuerte. Sobrevivir es parte de una lucha sin cuartel. Te doy gracias por estos “padres coraje” que luchan por estos bebés, pero sobre todo te pido que les des luz para que se ilumine el mejor camino para estos santos inocentes que se esconden para no ser matados por la Injusticia de Herodes.

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