sábado, 24 de agosto de 2013

La Catedral de Maputo




Malhangalene-Betânia, Lar dos Anciãos Desamparados, terça-feira 02 de Julho de 2013

                Salimos temprano y recogimos al pe. Belo en el cruce de Moamba. Íbamos en dirección a la Catedral de Maputo por motivo de la Misa por Mons. Mabuiangue. Llegamos tempranito y tuvimos tiempo para echarnos un café, y luego entramos para escuchar los mensajes que comenzaron una hora antes de la misa.
Oímos todo tipo de elogios, pero nada que saliese del corazón. Se notaba que era una gran persona, un gran intelectual, un hombre bien relacionado, pero con sombras que nadie pronunció. No cabe duda de que fue posiblemente el cura mejor preparado y con una amplia visión pastoral que ha tenido esta diócesis.
Estuvieron presentes en la misa grandes personajes: Chissano (expresidente de la República, y primo suyo), la actual presidenta del Parlamento y su predecesor, y otros políticos de alto rango. Sin embargo, muy poco afecto. Todo parecía una gran formalidad a cumplir ante alguien a quien nadie niega su contribución a la sociedad y a la iglesia en Mozambique, pero se palpaba una distancia. Como ejemplo, me llamó la atención que cuando su sobrina inició unos aplausos nadie la siguió. Tampoco los curas hicieron ningún gesto colectivo, más allá de su mensaje leída por el pe. Buque.
                Cuando salimos, Vicente y yo nos fuimos a comer, y luego fui al Banco donde estuve dos horas esperando mi turno. Cuando volví a casa ya estaba enfermo. Comenzamos a ver Mediterráneo y nos quedamos dormidos en el sillón, así que sin más dimos por acabado el día en Maputo.

                Inkomu! Por Monseñor Mabuiangue, por su entrega y su labor pastoral. La Catedral estaba que no cabía un alfiler, pero prefiero una sola lágrima a toda aquella multitud inerte; una sola palabra salida del corazón, a toda aquella verborrea; una sola nota en el aire a tantas canciones vacías de sentimiento; un solo pobre a tanta ilustrísimos señores; una solo amigo a tantos curas, obispos y cardenales… Danos Señor, cuando llegue nuestra hora, un entierro según tu Corazón.

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