domingo, 23 de noviembre de 2014

Cuando celebras la eucaristía nunca sabes hasta dónde te va a comprometer




Missão, terça-feira 21 de Outubro de 2014

                Cuando celebras la eucaristía nunca sabes hasta dónde te va a comprometer, hasta dónde te puede sorprender su acción en ti, creo que siempre la celebramos inconscientemente. De hecho, este día me visto sorprendido por su eficacia en mí y a mi alrededor.
                Quedé en pasar a buscar a Filomena por su casa para ir al hospital. Como siempre que preguntaban me decían que estaba mejor, creí que ya caminaba, sin embargo a las 5.50am ya estaba cargando su cuerpo desde su estera hasta el coche. Está peor. La llevé al hospital y pasé a recogerla después de la eucaristía, pero no la habían atendido. Volví a casa de las Hermanas y llené los bidones de agua para la cocina. Regresé una vez más al hospital y… nada. Salí al mercado para comprar una ratonera y luego a la EDM para recordarles que pongan el cuadro de luz en la tienda. Aproveché para charlar con Estrella. La veo centrada, en paz y encontrando su nuevo camino. Vuelvo al hospital y ya son las 10.00am. Sentí mucha pena porque su hermana mayor Leila António Mbatsana, su bebé Lucas, y su tía vovó Rabeca estuvieron esperando todo ese tiempo.
                Una vez la dejé en su casa, volví para saludar a los albañiles, ver la tiendita y saludar a las niñas y niños de la escuelita. Comí de pie, porque de repente aparecieron pequeñas cuestiones a solucionar y salí pitando a las 12.30 para Moamba. Llevamos a una joven que acompaña el programa de alimentación en la escuela y me puso al día de cómo funciona (alimentación y huerta escolar) y de dónde vienen los fondos (USAID) y hasta cuándo estarán apoyando (2016). También pasamos a recoger unas botellas de gas del Sr. João para llevárselas a Moamba.
                En Moamba compré azúcar para la tienda (50kg) y pasé a recoger el Memorandum de Entendimiento con la Dirección Distrital de Educación para la construcción de casas para los profesores. También me dieron allí unos cepillos y material de limpieza para la Escuela primaria de la Misión. Y de ahí nos fuimos a visitar a Sansom en la cárcel. Esto merece un punto y aparte.
                La cárcel está llena de jóvenes de Sábiè: Sansom, Mário, Nunes, Casamo y tres jóvenes de Korumana (entre ellos el hijo del comandante de la policía local), porque ya Josías está en la prisión Central de Maputo. Nos dejaron pasar a Aurora y a mí, aunque no es semana de visita. Le habíamos hecho una compra de alimentos: aceite, harina, arroz, sardinas, jabón, clere, galletas, mermelada, espagueti, caldos, azúcar, té… pensando que se lo entregaría a Sansom. Pero cuando llevábamos unos 15 minutos hablando, apareció Mário Ndava. Me quedé de piedra porque pensaba que ya estaría en la prisión de Maputo, porque su juicio por la violación de la profesora ya salió hace mucho tiempo. Nos saludamos y le dije a Sansom que debía compartir con su tío lo que le había comprado para él. Nadie lo visita. No sabe ni dónde está su hermana, ni si hay alguien viviendo en su casa. Me dio mucha pena. Los de Sábiè asomaban la cabeza, como queriendo salir. En esto entra Nunes con otro joven y dos calderos con xima y judías para 80 personas. Una miseria. El caldero de las judías era de los que hacen 20 litros, pero no llegaba a 3 litros de comida. Sentí que lo que compré estaba más que justificado.
                Sansom estaba feliz. Nació su segundo hijo, el primer varón, y aunque no lo ha visto está radiante con la noticia. Nos contó que el arzobispo D. Francisco Chimoio pasó por la prisión durante su visita pastoral y fue él quien hizo de portavoz de todos los presos. Nos dijo también que su proceso va avanzando, y que parece que todo está a su favor. Yo lo dudo mucho, pero no quise quitarle la libertad de la ilusión. Sin embargo, Mário estaba triste y cabizbajo. No es para menos: salir de una prisión sudafricana después de trece años, y dos meses después estar preso en Mozambique otros ocho años más, y sin contacto familiar que calme su soledad.
                Por su parte, Casamo intentó salir, pero el guardia le cerró la puerta en sus narices. Aurora y yo nos fuimos a la reunión de la Zona 8, uno de los motivos por los que fuimos a Moamba. La reunión fue buena y provechosa, y a las 17.00h ya habíamos terminado.

                Ni bongile! Esa eucaristía en la que pedimos ser servidores de los más pobres fue eficaz al 100%. Cuando me pongo en tus Manos siento que me abandono, y quiero dejarme sorprender, pero nunca puedo imaginar hasta qué punto tú me amas y necesitas de mí. Gracias por darme esta oportunidad de estar al lado de aquellos que sufren en condiciones de enfermedad inhumanas o en prisiones donde se pasa hambre. Tú nos has elegido para ser tus testigos amando a tus elegidos, los pobres de Yaweh, tus anawin.

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