miércoles, 22 de octubre de 2008

Jueves 29 y Viernes 30 de Mayo de 2008

Munhava, quinta-feira 29 de Maio de 2008

Volvemos a lo simple. Cada día me levanto a las 04.45, aunque debido al hábito normalmente me despierto sobre las 04.30h. A esa hora todavía es de noche, así que enciendo alguna luz, pongo agua a hervir, preparo el desayuno, y me ducho con agua fría (porque no tenemos caliente, claro). Cuando entro en el baño, ya casi como un ritual, miro por la ventana intentando adivinar los primeros rayos de luz en el horizonte, y ya se consiguen ver.
Luego me preparo un “café de verdad” y regreso a mi cuarto con el cafecito caliente. Abro las cortinas y me siento en la cama para rezar o para preparar la eucaristía del día. Mi cama está orientada hacia el Noroeste (donde están mis Islas Canarias, y donde tengo un Cristo negro) Éste es uno de los momentos más lindos de cada día. Tengo las ventanas en frente de mí y cuando comienzo a rezar, comienza también una sinfonía de colores, una melodía de luces que quieren iluminar mi cuarto.
Al principio tan sólo consigo atisbar unas nubes, el cielo con sus aves y hojas de coqueros, pero poco a poco todo se va iluminando y llenando de vida. No los veo, pero oigo y siento a la gente pasando por la calle, y las primeras músicas, y el canto de los gallos, y ladridos de perros, y la escoba del Sr. Olimpio. Y por supuesto, siento también las isas y las folías, los quesos y los cardos, los barrancos y montañas, los amigos y los hermanos, entrar por esa misma ventana del corazón…

Y de repente Señor, ya todo es Luz, es claridad, es día, es hermosura. Y todo entra gratis y sin hacer ruido. Y es un regalo cotidiano, y es un regalo para todos sin distinción. Y nos habla de Ti, de tu presencia cotidiana, de tu Luz admirable, de tu calor tan necesario como cariñoso. Y nos lanza a la Vida, al movimiento, a la construcción de los sueños posibles…


Munhava, sexta-feira 30 de Maio de 2008
Dia de Canárias e 40º aniversário de casamento dos meus pais

Le había oído muchas veces a Antonio Aguilar que los mozambiqueños tenían todos 3 ó 4 años más de los que dicen. Siempre pensé que era una broma… hasta hoy que conocí a Fufu y Nuno.
Dona María me dijo que si podían entrar en casa dos niños de unos 3 años: una nieta y un hijo de una ahijada suya. Cuál fue mi sorpresa cuando al preguntarle su nombre no me sabía responder. Yo le insistí, y Dona María me dijo que hablaba muy bien, pero que no tenía nombre. ¡!!¿Cómo?!!!
Dona María me explicó que desde que nació hasta hoy no le habían puesto nombre, y mientras tanto la llaman Fufu. Aquí los niños nacen en sus casas, y muchas veces los padres no dan cuenta de su nacimiento en el Registro hasta que llegan a la edad escolar o después. Si tienen mucho trabajo en la machamba de arroz y no pueden mandar a su hija a la escuela, dicen que todavía tiene tres años, y si se la quieren quitar de encima tiene 7 años. Además tienen muchos hijos, y no se le da esa importancia al nombre, porque todos tienen su nombre tradicional (apellido de la familia) y con eso es suficiente.
Luego le pregunté al niño cómo se llamaba. ¡Sorpresa! No tiene nombre, y lo llaman con el nombre de su abuelo Nuno. Así que me quedé mirándolos y les di un plátano a cada uno, mientras observaba su tranquilidad de niños-sin-nombre. Sentaditos como dos angelitos en el sillón, contentos con su plátano y más felices que el Pupa (que debió ser alguien sin nombre…)

Me he quedado pensando sobre el asunto, Señor. Y he llegado a esta conclusión: Nosotros damos importancia al nombre y ellos a los apellidos. Nosotros subrayamos su individualidad y singularidad, y ellos la pertenencia a una familia y a una cultura. Nosotros separamos al individuo desde que nace y lo marcamos con un nombre, y ellos lo dejan libre para que sus apellidos tomen fuerza en su vida.
Somos hijos de un padre y una madre, y todos tenemos 4 abuelos y 8 bisabuelos y 16 tatarabuelos, … por eso te pido Señor que nos des RAICES, unión con nuestros antepasados, veneración por nuestros padres y abuelos, unidad en la familia… de tal manera que nos agrade oír que somos Medina, Ramírez, del Río, Rodríguez…

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