miércoles, 22 de octubre de 2008

Viernes 7 y Sábado 8 de Diciembre de 2007

Munhava, viernes 7 de Diciembre de 2007

Comenzó a llover a la 1 de la madrugada y no cesó hasta llegado el mediodía, así que me pasé toda la mañana en casa leyendo, rezando y escribiendo cartas para correos electrónicos. También contemplando a la gente pasar mientras llovía. Todo un espectáculo: la actividad no paró a pesar de la intensidad de la lluvia; algunos a pie descalzos, otros en bici, algunos con plásticos en la cabeza o con paraguas o disfrutando del agua mojando todo su cuerpo.
Puntualmente, a las 15h estaba una comisión de la comunidad de São Mugaga (mártir de Uganda que murió quemado vivo) para acompañarme a conocer su comunidad. La lluvia había sido intensa, así que tuvimos que dar muchas vueltas para evitar el agua encharcada. Sin embargo, llegó la hora de la verdad: después de varios intentos por calles absolutamente encharcadas, no nos quedaba otro remedio que atravesar un charco.
Fue en ese momento cuando empezaron a hablar Chisena entre ellos, y por los gestos adiviné que la mujer les decía a los hombres que me cogiesen en brazos para atravesar el charco. Cuando vi sus intenciones les dije que no pasaba nada, que llevaba “chinelos” (zapatillas de plástico) y que podía pasar sin problemas. Para ser sincero, yo estaba deseando pasar por aquel charco negro de mierda, y cuyo fondo era imprevisible debido a la suciedad. Era como meterme en su piel, en sus pies, en su realidad. Y así fue. Atravesé el charco disimulando, como si no me diera asco, sin embargo me parecía que tenía los pies llenos de bichos. Pero bueno, ¡gané la batalla!
Iluso de mí. Ellos no quieren que yo sea como ellos, sino diferente. Ellos no quieren que el padre se embarrase sus pies, ni que se metiese en su mierda. Así que pronto perdí la guerra, porque inmediatamente me llevaron a casa de una señora vecina “del charco” para lavarme los pies y las zapatillas. ¡Gané una batalla, pero perdí la guerra! Cristóbal siempre me dice eso, por eso me acordé mucho de él en ese momento.
Y ojalá hubiese sido sólo eso. Cuando llegamos a la capilla con techo, pero sin paredes, resultó que tenían una gran mesa puesta con abundante comida para mí y para los responsables. Yo comencé a hablar y hablar para ir haciéndome a la idea de que pronto tendría que comer “en la calle”, mientras la gente pasaba. ¡Qué vergüenza! ¡La propia comunidad sentada mirando, y nosotros comiéndonos un pollo asado con papas fritas a las 16,30 de la tarde! Aunque finalmente ya me fui haciendo al paño y no lo pasé tan mal.
Después de los cantos de despedida se me cruzó un niño de un añito, que iba descalzo. Sintió tanto miedo que se echó a correr y atravesó un charco negro que le llegaba por encima de la cintura. Somos auténticos monstruos para los bebés. El otro día un niño me preguntó en el orfanato que si era blanco de bañarme tanto. Son una lindura de inocencia.

Padre Bueno, no quiero ser negro, no puedo ser negro, enséñame a ser lo que ellos necesiten, lo que Tú mismo quieres de mí.



Munhava, sábado 8 de Diciembre de 2007

La comunidad de São Paulo estaba a mi espera a las 8 am, hora en la que comenzó el diluvio universal. Desde que me vieron me mandaron a ponerme botas y a traer un paraguas. Por un momento pensé que no sería necesario. Gracias a Dios que les hice caso. No paraba de llover con intensidad, hasta el punto de que pensé que en cualquier momento iban a suspender la visita para otro día. ¡Nada de eso! La lluvia es una bendición. Todo era alegría por esta “bênção de Deus”.
La verdad es que es un auténtico espectáculo caminar por entre el barro negro y los charcos, y los ríos de agua que se forman. Decenas de niños que se quedan desnudos para jugar con la lluvia y los charcos, mientras llueve torrencialmente. Los niños/as desnuditos aparecían por todas las partes, corriendo y jugando: todos entre 1 y 6 añitos.
El encuentro fue fabuloso. No pudo ser en la capilla porque sólo medio techo de latas, así que estuvimos en una terraza de un vecino. Después de la presentación oficial, que me entregaron por escrito con firma de adjunto del animador de la comunidad, fue la charla y cuando terminé, tenían preparados cantos y bailes (las adolescentes), y más cantos, bailes y hasta un teatro improvisado las madres. Nos reímos muchísimo, y eso que no sé ni palabra de chisena,
Cuando todo terminó, y en mi mente estaba el camino de vuelta, resultó que me llevaron a comer a un bar donde ya estaba todo preparado. Allí casi me emborrachan a “Manica” que es la cerveza de aquí (550cl), y continuamos la fiesta. Sobre las 12’30h me acompañaron cantando con una marcha asombrosa y en medio de la lluvia, hasta la casa parroquial donde continuaron los cantos. Asombroso. No es para estar eternamente agradecido? De lo feliz que estaba, casi les prometo que me quedaría en Munhava por 50 años.

Tú verás lo que haces. Yo no puedo decir que “no” a esta gente, a este barrio que tanto grita por un padre que ayude a padre Antonio. Me lo estás poniendo muy difícil. Espero que no me termines de complicar en Songo. Gracias por la lluvia, por este rocío de humanidad que son los cristianos de Munhava, auténtica bendición para mí.

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