martes, 20 de agosto de 2019

«La Ofrenda de la pobre viuda, que dio todo lo que tenía para vivir».


Songo, domingo aos 9 de junho de 2019
Pentecostes


            Llevo dos semanas ensayando el bautizo y la boda de dos adultos, Albino y Zaida, en chinyungwe. Les he cogido mucho cariño porque son buena gente, y me río con ellos cuando se ponen a hablar entre ellos, porque lo hacen con mucho respeto.
            El bautizo y la boda fueron fantásticos. Se les veía serios, pero felices. Zaida iba toda de blanco, pero sus zapatos eran unas playeras deportivas, que aunque eran blancas, no combinaban con el vestido (pero como dice Matilde: «Los mozambiqueños son descomplicados» y no hacen problema donde no lo hay). Albino por su parte tenía una ropa que le venía como cuatro tallas más grande, la chaqueta le colgaba por todos lados porque él es muy delgado y de estatura un poco debajo de la media.
            La gente estaba feliz al verlos casar, y gritaban, aplaudían, cantaban con el alma, y por supuesto les pidieron el beso de rigor, que ellos se dieron con mucha vergüenza, pero que levantó el estallido de alegría. Bailé con ellos en la acción de gracias. Es la primera vez que bailo en la misa desde que llegué a Songo, así que lo disfruté.

            Tatenda! En la acción de gracias trajeron sus regalos: Albino me regaló un gallo y Zaida dos velas; el padrino una botella de Coca-Cola y la madrina un plástico con tomates y cebollas. Sin duda fue «la ofrenda de la pobre viuda que dio todo lo que tenía para vivir». Seguramente, no habrá tarta ni celebración con banquete, porque los más pobres no se pueden dar esos lujos, pero sí se dan el lujo del amor, del respeto, del cariño, y de haber recibido tu Espíritu Santo y todos sus dones.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy agradable leer esto, con umildad de ellos, pero gana terreno el amor,