domingo, 17 de enero de 2016

"Voló al Cielo"



Missão, sábado 02 de Maio de 2015

                La noticia de la muerte de Wiliamo Gueveia nos ha dejado sin palabras. Ha sido un día lleno de alegría por la ordenación episcopal de Alberto Vera en Xai-Xai. Lo visitamos en enero como párroco en Xai-Xai y ahora ya es obispo auxiliar.
                Hicimos muchas cábalas sobre cuál sería su vestimenta episcopal, y creo que todos fallamos: vino de negro y rosa con un birrete, fajín y todos los trapos típicos de los obispos. Sin embargo, él sigue siendo el mismo hombre cercano. De hecho, nos parecía que estaba disfrazado, como quien está de carnaval, porque la ropa no le pegaba ni con cola.
De la celebración destaco varios detalles, pues nunca había estado en una ordenación episcopal: El primero fue ver que le pusieron el Evangelio sobre la cabeza. Me pareció tremendamente simbólico (aunque más bonito sería que lo pusieran en el corazón). Daba la impresión de que La Palabra de Dios se posaba sobre él “como rocío que empapa la tierra”, como si La Palabra lloviese sobre él. Fue un gesto hermoso.
El segundo fue que hizo el esfuerzo de leer un largo agradecimiento escrito en changana. Alberto no habla changana, lo está estudiando, pero dudo mucho que lo consiga hablar, porque es de cabeza dura hasta para el portugués. Sin embargo, leyó en changana de una forma inteligible, como quien se lo había preparado bien.
En la fiesta nos encontramos con viejos conocidos, como el indiano franseliano Pe. Mateus, y con un padre italiano consolato que conocimos en Tete y que fue muchos años misionero en Venezuela. Dos personas muy alegres y serviciales. También conocimos al nuevo Nuncio Apostólico en Mozambique, que es venezolano.

Ni bongile! La vida del Sr. Wiliamo estaba en un hilo, él parecía un pajarito. Nos llamaron las Hermanitas para decirnos que estaba muy grave, y 30 minutos después nos llamaron para comunicarnos su muerte. Todo esto fue cuando regresábamos de Xai-Xai. Te doy gracias porque pasó los últimos días de su vida entre atenciones, comiendo a gusto, limpio y afeitado. De él, como si de un bebé se tratase, me atrevo a decir: “Voló al Cielo”.

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